¿Hace cuánto que la relación entre público y cine dejó de pasar exclusivamente por la cartelera? ¿Desde que las películas se miran directo en el computador? ¿O fue cuando apareció el DVD? Quizás fue mucho, mucho antes; cuando la televisión las programaba para rellenar espacios. La verdad es que, para estos efectos, dichos plazos dan lo mismo: si las primeras generaciones de espectadores se acostumbraron a una mecánica donde los nuevos estrenos sepultaban semana a semana a los antiguos, las del siglo que corre se hallan en el otro extremo, inmersas en un eterno presente, donde todas las ramas, los hitos y jalones de la historia del cine van corriendo en paralelo.
En ese paradigma, un filme como "Toro Salvaje" era pasado en programación nocturna por una televisión noventera que lo salpicaba de comerciales y cortaba sin asco las escenas más gráficas, cosa que a nadie le parecía una profanación porque -a su manera- el solo mirarla era un "evento" y la forma más inmediata de reconectarse con un filme estrenado en unas pocas salas chilenas hacía más de una década. Actualmente, el panorama es el inverso: a las tres de la tarde de hoy y a las siete del próximo miércoles, la obra maestra de Martin Scorsese y Robert De Niro se proyectará en toda su gloria en pantallas de diversos multicines Cinemark del país, y no es un evento en absoluto. De hecho, parece casi lógico y natural, incluso para los muchos que por años nos acostumbramos a ver y rever la vida y pasión del boxeador Jake La Motta, sentados frente a la tele del living, obligados a imaginar la forma en que el blanco y negro de sus imágenes iluminaba las butacas de las salas rotativas del centro, hace tiempo olvidadas y demolidas.
La ironía es que son esos viejos recuerdos televisivos los que se han convertido en reliquia, sobre todo de cara a una cinta que al momento de su estreno, a fines de 1980, fue recibido casi como una curiosidad, el tipo de producto que debía ser nominado al Oscar casi por compromiso pero sin chance alguna de ganar (lo obtuvo "Gente como uno"). Un gran biopic obviamente inspirado en otras historias de box -"Body and soul" (1947), "Somebody up there likes me" (1956), "The harder they fall" (1956)- y en el intenso legado cinematográfico de Elia Kazan. Después de abrir un futuro sin concesiones para el cine americano, con "Taxi Driver", Scorsese optaba por mirar con furia hacia atrás. Como si estuviera refugiándose de pulsiones y tentaciones más peligrosas.
Solo que no era cierto: 35 años más tarde, con Scorsese y De Niro convertidos en monumentos vivientes y con un Jake La Motta a punto de cumplir 94, es difícil pensar en la maravillosa "Raging Bull" como un mero filme biográfico o rutinaria candidata a mejor película en cuanto ranking existe. La caída deportiva y moral de este antiquísimo campeón mundial de los pesos medianos ahora ocupa el asiento trasero en un relato cuyo marco de fondo evoca una vida de repetido abuso contra su esposa, hijos y familiares, y que la cámara refleja apelando a todos los recursos audiovisuales posibles; una paleta casi infinita de bellísimos recursos expresivos que van estrellándose contra una ira monolítica, denunciando una fachada de machismo supremo que no parece haberse debilitado desde el día en que se produjeron los hechos de la trama (a mediados de los 40), ni desde el momento en que se filmaron (a fines de los 70). Un legado de odio que ha sobrevivido a la nostalgia por los clásicos, a los cambios de formato audiovisual y hasta al cine mismo, y que amplificado por la gran pantalla se devela en toda su aterradora modernidad.
RAGING BULL
Dirigida por Martin Scorsese.
Con Robert De Niro y Joe Pesci.
Se exhibe hoy a las 15 hrs. y el miércoles a las 19 hrs. en salas Cinemark de Iquique, La Serena, Santiago, Viña del Mar y Concepción.