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Cartas
Sábado 28 de marzo de 2015
Riada en Chañaral
Señor Director:
En 1993, desarrollando la conexión viaria y ferroviaria del terminal de ácido sulfúrico de Barquitos en Chañaral, en una fría mañana sobre el mar recomendé a los ejecutivos de Codelco cambiar la ubicación de los estanques porque estaban justo al final de una quebrada, la cual concluía en una pequeña vega en pleno suelo desértico. Es decir, había agua.
Desde el mar les mostré mi argumento. Recuerdo haberles dicho que no era garantía que nada pasará y considerar que en mucho tiempo nada ha pasado. Felizmente lo corrieron. Aunque nada ha pasado desde entonces, tampoco nada había pasado un poquito más al norte con el río Salado, que hoy acongojados vemos por televisión cómo arrasó con Chañaral. También vemos cómo sufren en Copiapó, cómo soportan en Taltal y cuán inquietos están en Antofagasta. Las autoridades nos asombran con que hay que prevenir, también sostienen que hay que construir obras de mitigación.
Desafortunadamente no tengo cómo mostrarles a los ejecutivos de Codelco Chuquicamata sobre el peligroso túnel vial minero que siguen construyendo, cuya respuesta aún esperamos ("El Mercurio" 24 de febrero, 26 de febrero y 1 de marzo de 2015). A la sazón argüía que Codelco debiera mostrarnos dónde se han construido dichos túneles camineros de acceso a minas de clase mundial. Sigo sosteniendo que debieran revisar la evaluación del acceso principal, porque la vida humana y la salud no se negocian.
Francisco Frésard