Señor Director:
El subsecretario del Trabajo responde ayer a
mi carta, que expresaba dudas y críticas a la Reforma Laboral, a través de una columna en "El Mercurio". En ella reconoce que la Reforma no se hace cargo de los desempleados ni de los que no trabajan, que es donde comienza la gran inequidad en Chile. Entonces, yo insisto en que 12, o más, de cada 14 chilenos en edad de trabajar están fuera de esta gran reforma estructural. Su columna informa que otros programas de su Ministerio buscan aumentar la empleabilidad de los sectores más pobres, lo cual es conocido y digno de celebración. Pero necesitamos una solución legislativa concreta para incorporar también a mujeres, jóvenes y adultos mayores de los sectores medios y medios bajos. Eso se echa de menos.
El señor subsecretario nombra varios trabajos realizados, fundamentalmente en países ricos, con alta educación y que viven otras realidades, para fundamentar la tesis de que la sindicalización y la negociación colectiva ayudan a la lucha contra la desigualdad y ambas no afectan empleos y crecimiento. Pero eso elude mi crítica. No estamos aquí discutiendo en teoría, sino sobre si esta reforma concreta ayudará a aminorar la desigualdad en nuestro país.
Repito la pregunta: ¿Qué estudio tiene el Ministerio para demostrar que las modificaciones concretas contenidas en la Reforma disminuirán la desigualdad? ¿Cuánto? ¿A qué costo?
Por ejemplo, ¿sentirán los ciudadanos que hay menos igualdad cuando el Metro paralice por efecto de la eliminación del reemplazo en caso de huelga como propone el proyecto? ¿Qué sentirá el trabajador que no pueda tener canasta de Navidad porque no está en el sindicato? ¿Y las pymes? Por cierto que yo estoy a favor de expandir la negociación colectiva y fortalecer los sindicatos, pero pienso que esta reforma específica es una forma errada de hacerlo.
La columna del señor subsecretario confirma, como él dice, que el gobierno legisla en base a la intuición y la teoría. Ya hemos tenido malas experiencias con reformas hechas sin calle, pero con puro deseo, como la Tributaria y la Educacional. Chile quiere y requiere volver a diseñar políticas públicas de alta calidad, basadas en análisis aterrizados y no intuiciones.
Bernardo Fontaine TalaveraEconomista