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Editorial
Jueves 26 de marzo de 2015
Conducción empresarial
El cambio en la presidencia de la CPC se da en momentos en que el empresariado vive una aguda crisis de confianza que se refleja tanto en la actualidad noticiosa como en los diversos estudios de opinión sobre la materia...
Hoy debería asumir la presidencia de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC) el actual titular de la Sociedad Nacional de Minería, Alberto Salas, empresario con más de 20 años de trayectoria y actividad gremial en la industria extractiva, donde ha forjado una sólida experiencia y vínculos transversales con el mundo político.
Reemplazará así a Andrés Santa Cruz, quien tras dos años en el cargo se aleja de la principal entidad de representación de la empresa privada. El cambio se da en momentos en que el empresariado vive una aguda crisis de confianza que se refleja tanto en la actualidad noticiosa como en los diversos estudios de opinión sobre la materia.
En entrevista realizada con "El Mercurio" al concluir su labor, Santa Cruz hizo un tajante análisis sobre los últimos proyectos de ley impulsados por el Gobierno, expresando que "lamentablemente, hay bastantes propuestas que rayan en el populismo". Junto a ello, tuvo un crudo diagnóstico de los últimos escándalos conocidos -Caval, Penta y Soquimich- señalando que han ocasionado un severo perjuicio a la imagen de Chile.
La forma y fondo de esas declaraciones trasuntan un rasgo de la gestión gremial de Santa Cruz: no rehuir el debate público y fijar posiciones claras, pero no confrontacionales. Se valora el aporte que eso significa y que por momentos se ha extrañado en la conducción de algunos de los principales gremios empresariales.
Pese a los riesgos que implica, en especial cuando estas intervenciones se hacen de manera espontánea, esa conducta parece propia de las responsabilidades de conducir el máximo organismo empresarial, particularmente en momentos de una excepcional exigencia de transparencia. Una regresión en ese ámbito sería una pérdida para la representación del mundo empresarial y algo difícilmente comprensible para la opinión pública.
Se reconoce también la disposición a dialogar que mostró la gestión de Santa Cruz, en especial con el Gobierno y las asociaciones de trabajadores. Si bien es cierto que en el pasado ya se habían abierto caminos en este sentido, en la coyuntura de los últimos años esa actitud de la CPC le ha permitido al organismo empresarial mostrar una faceta propositiva y constructiva.
Persiste, sin embargo, en la CPC una cierta indefinición institucional. La falta de equipos de estudio y de una robusta estructura profesional no se condice con la envergadura de los desafíos que enfrenta hoy y que se vislumbran en el horizonte de la actividad gremial empresarial. Pero eso responde al papel predominantemente coordinador en el que han querido contener a esa entidad las seis ramas empresariales que la componen, reservando en mayor medida la representación y conducción de los temas empresariales en ellas, de acuerdo a las distintas áreas en que operan.
Pese a lo anterior, el sello personal y las circunstancias políticas y económicas en que han debido ejercer su mandato los distintos titulares de la CPC se han sobrepuesto -en algunos períodos- a esos límites implícitos al rol de la entidad. La compleja coyuntura en que asume el nuevo presidente, Alberto Salas, es de aquellas en que la cabeza más visible del mundo empresarial está muy impelida a tomar una defensa protagónica de la empresa privada -desafiada en los planos conceptual, económico y ético-, por sobre el rol coordinador que también le corresponderá ejercer.