Enzo Garrido A.

Ya era una maldición. Cinco derrotas consecutivas sumaba la U en su casa: cuatro por el torneo local y una por la Libertadores. Una amarga historia que la tiene con remotas opciones de luchar por el título del Clausura y que amenazaba con dejarla fuera de la Copa mucho antes de lo previsto.

El gol de Pablo Escobar, en la mejor jugada colectiva de The Strongest, fue un mazazo para los cerca de 16 mil espectadores que llegaron al Nacional. Y cuando reflotaban los fantasmas, un rebote capturado por Gustavo Lorenzetti emparejó el tablero e impidió el desplome anímico del herido equipo azul.

Eso explica el desahogo gigante que provocó la victoria final (3-1). Porque durante casi todo el segundo tiempo la U jugó con uno más y porque el DT Martín Lasarte improvisó, reuniendo a tres creadores (Lorenzetti, Maxi Rodríguez y Ramón Fernández) con otros tres delanteros (Sebastián Ubilla, Gustavo Canales y César Cortés), y martilló hasta que encontró el premio que tanto esperaba.

Pudo ser antes: Paulo Magalhaes marró un gol increíble, Daniel Vaca y el arquero altiplánico evitaron otro par hasta que Sebastián Ubilla aprovechó un centro desde la izquierda para despertar la euforia de una hinchada necesitada de alegrías.

Sobre el final del disputado partido, Canales encontró por fin el camino del gol, el que celebró a rabiar. Hubo festejo, sí. Pero mesurado: mal que mal, el rival era el que, en el papel, asomaba como el más débil del grupo. Y también porque las heridas de la U, aun tras el triunfo de ayer, están lejos de cicatrizar.