Señor Director:

La niña que sufre fibrosis quística ha solicitado a la Presidenta Bachelet que interceda ante sus requerimientos, ejerciendo sus derechos de autonomía progresiva, en orden a su personal cosmovisión del derecho a morir con dignidad.

Pero sabemos que en nuestro país no es posible la eutanasia, cualquiera sea la edad del requirente, porque el mandato legal así lo establece. Ahora bien, en futuras discusiones respecto de este punto, deberemos tener a la vista antecedentes comparados, de los cuales, los más liberales son el caso de Bélgica y Holanda.

Bélgica el 13 de febrero de este año aprobó la eutanasia en niños, sin distinción de edad, a diferencia de Holanda, que establece una edad mínima de 12 años. Estos podrán solicitarla, teniendo como requisitos el consentimiento informado de los padres, la aprobación de los comités de ética de los establecimientos respectivos y tratarse de enfermedades terminales, que produzcan padecimientos físicos, imposibles de ser controlados por fármacos.

Si bien los niños son poseedores de un desarrollo progresivo multidimensional, no es menos cierto que estos poseen características neuropsiquiátricas, que impactan directamente su conciencia, voluntad y, por ende, su discernimiento y albedrío.

Por ejemplo, la maduración del córtex prefrontal, encargado de sofisticadas funciones ejecutivas, entre las cuales está la impulsividad, no se termina de desarrollar, sino hasta la segunda década de vida de un ser humano, e incluso en algunas personas, hasta inicios de la tercera. Estos hallazgos han sido recientes (Romine & Reynols, 2005) y debemos considerarlos cuando tratamos la capacidad o competencia en niños.

De este modo, vemos que existen aspectos neurocientíficos que resultan a todas luces imposibles de soslayar en la discusión sobre la capacidad de decisión en niños sobre aspectos tan trascendentales, como son las decisiones morales.

María Isabel Cornejo Plaza
Doctoranda, Facultad de Derecho, U. de Chile
Profesora de Bioética y Derecho, UDP