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Editorial
Miércoles 04 de marzo de 2015
Celebraciones de la mujer
No cabe dividir los asuntos públicos como si ellos tuvieran interés solo para un género y les correspondiera votarlos únicamente a quienes pertenezcan a él.
Con motivo de cumplirse 20 años de la declaración de Beijing, Naciones Unidas programó diversas actividades a lo largo del año, entre las cuales estuvo el encuentro denominado "Las mujeres en el poder y en la toma de decisiones", realizado en Santiago el 27 y 28 de febrero. Encabezado por Michelle Bachelet como anfitriona, estuvieron presentes el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, y la directora ejecutiva de ONU Mujeres, Phumzile Mlambo-Ngcuka, aunque se extrañó la presencia de otras invitadas de mayor renombre que no pudieron asistir. También hubo quejas internas respecto de las invitaciones, puesto que no estuvieron convocadas quienes habían encabezado el Servicio Nacional de la Mujer en el gobierno anterior, ni tampoco mujeres disidentes de otros países.
Si bien en estos encuentros no se trata de obtener conclusiones novedosas, su sola celebración llama la atención a la causa de las mujeres que con alta frecuencia son discriminadas en sus tareas, en sus remuneraciones y, muy especialmente, en ciertos derechos fundamentales que debieran alcanzar a todos los seres humanos. Especial énfasis se puso en esta oportunidad en las dificultades que han registrado las mujeres para alcanzar puestos de liderazgo y de poder. El reconocimiento que implica hacerse representar por una mujer les resulta esquivo y, como señaló la Presidenta Bachelet, desde el año 1995 se ha duplicado el número de parlamentarias en el mundo y algo similar ha ocurrido con las jefas de Estado y de gobierno, pero "esas cifras siguen siendo inaceptablemente bajas".
Los cambios en estas materias no se producen por simples modificaciones legislativas o porque se dicten nuevos reglamentos, sino que deben vencerse antiguas posturas culturales muy arraigadas, y ello tomará, con seguridad, varias generaciones. Por cierto eso lo saben las dirigentas que encabezan ONU Mujeres y también quienes asistieron al encuentro. Sus planteamientos tienden más bien a señalar lo injustificadas que resultan esas posiciones tradicionales y a indicar el camino a seguir para llegar a una situación de verdadera igualdad de género. Pero esa igualdad no necesariamente se verificará una vez que los parlamentos estén perfectamente equilibrados ni mucho menos se les resta legitimidad a los parlamentos actuales que han sido elegidos tanto por mujeres como por hombres. En Chile, por razones históricas, las mujeres votaban en locales separados y se sabe exactamente cuánto participaban, cuánto contribuían y por quién votaban tanto hombres como mujeres y, por tanto, puede afirmarse con certeza que el Congreso Nacional chileno fue elegido por un 54,6 por ciento de mujeres y un 45,3 por ciento de hombres.
No cabe, por tanto, dividir los asuntos públicos como si ellos tuvieran interés solo para un género y les correspondiera votarlos únicamente a quienes pertenezcan a él. La Presidenta lamentó que la discusión sobre el aborto quede entregada a un Parlamento compuesto mayoritariamente por varones. Se trata de un tema que afecta a toda la sociedad y no solo a las mujeres, y le corresponde verlo al Parlamento que ha sido elegido por una ciudadanía mayoritariamente femenina.
La igualdad de género debe ser una aspiración nacional de todos los países, y en Chile es algo en lo que se va avanzando, aunque lentamente. Resulta valioso, por tanto, que ONU Mujeres haya resuelto realizar este encuentro en nuestro país.