El Ministerio de Salud ha anunciado que aplicará este año la vacuna contra el virus del papiloma humano a 480 mil niñas de enseñanza básica, lo que significa cuadruplicar la población respecto del objetivo del año pasado. De esta forma, en el futuro quedarán protegidas todas las niñas que estudien su enseñanza básica, pues se vacunará a las alumnas desde cuarto hasta séptimo básico. La vacuna contra el virus del papiloma se aplica en dos o tres dosis, separadas por un año, idealmente a jóvenes de entre 11 y 12 años. Si bien una alta proporción de las infecciones causadas por este virus de transmisión sexual se recupera espontáneamente, en otros casos puede provocar cáncer cervicouterino, y el objetivo de la campaña es disminuir este, uno de los más frecuentes en las mujeres en nuestro país.

La contribución del sistema de salud a los indicadores de mortalidad es importante, pero desde hace muchos decenios que se sabe que esas cifras dependen también de otros factores, además de las atenciones médicas y de lo que hagan los servicios de salud. No obstante, donde no cabe duda alguna es en la importancia de las vacunaciones, que pueden llegar a erradicar una enfermedad de la faz de la tierra, lo que ya se ha logrado en el caso de la viruela. Sin embargo, para que un programa de vacunación sea exitoso no solo se requiere vencer los numerosos obstáculos logísticos, sino que también debe existir de parte de la población la idea de que con ello se está protegiendo a las personas que quedarán virtualmente inmunes a sufrir los males contra los cuales se vacunan.

En el caso actual, según lo han indicado los responsables de administrar el sistema, una de las razones por las cuales se ha ampliado el programa es justamente porque las madres de aquellas niñas que quedaron al margen del programa inicial de vacunación, por razones de edad, exigían que sus hijas fueran vacunadas y protegidas. Es sin duda un activo importante del país la educación que ha recibido la población, pese a que ella está sometida a un bombardeo constante de opiniones disidentes, basadas en la ignorancia, que atribuyen a las vacunas una serie de males que han aumentado en los últimos años. En Chile se ha llegado a formar en el propio Congreso Nacional una corriente que se opone al empleo de ciertas vacunas por la posibilidad de que ellas provoquen autismo. Pero la gente común no parece haber caído en ese nerviosismo, a juzgar por la sana reacción que han mostrado ante la oportunidad de proteger a sus hijas.

Cabe esperar que el programa dé frutos y nuestro país pueda de una vez disminuir las tasas de cáncer de cuello cervicouterino. Como el plazo que existe entre la infección por el virus y la aparición del cáncer es muy extenso, igualmente se puede prevenir con un sistema de salud bien organizado. Antes de que se supiera la relación entra virus y cáncer y, desde luego, mucho antes de que se creara la vacuna, las tasas de mortalidad por ese cáncer eran similares en Chile y Canadá, de alrededor de 8 mujeres por cien mil. Pocos años atrás, antes de que la vacuna tuviera aplicación extendida, Canadá había reducido la tasa a 1,5 gracias a un buen programa de Papanicolau, en tanto en Chile se mantiene en cifras cercanas a 8 por cien mil. Por ese motivo se solía decir que la incidencia de ese cáncer era un buen método para conocer la calidad del desempeño de los servicios de salud y de la atención médica. Gracias a la nueva campaña de vacunación, nuestro país podrá finalmente reducir sustancialmente la incidencia del cáncer cervical, lo que no se había logrado con el sistema tradicional de detección precoz.