La novedad no es lo nuevo sino lo que se aprende. Al Museo Colchagua de Santa Cruz partimos con 9 de mis nietos (de 2 a 17 años).
Dos ya habían ido con sus colegios. Los estudiantes municipales pasan gratis.
Los detuve para que sometieran a comparación el collar azteca de oro y esmeraldas que donó la señora Cecilia Bolocco con las joyas de oro del Señor de Sipán, de Perú. A mí me gustaron más las del Señor.
Luego, en la estación de trenes, en el carro dormitorio, jugué con la Canque, de 5 años; le expliqué que yo había dormido ahí, con el mismo terciopelo verde de cubrecama, no le llamó la atención.
Pasaron de largo las estupendas explicaciones del trabajo de los mineros primitivos, se entretuvieron en la sala del huaso y en la del rescate de los 33.
Quise dedicar más tiempo a la sala del señor Charles Darwin pero ellos querían almorzar.
Me alcanzó a impresionar la historia del señor Walter Drawbridge, zapatero escocés, quien le envió al viejo Darwin una almeja córnea (eso dice el texto); el espécimen lo motivó a escribir su último artículo científico ("On the dispersal of freshwater bivalves").
El zapatero señor Walter Drawbridge tuvo un nieto, el señor Francis Crick. Este fue el descubridor -con el señor James Watson y las imágenes proporcionadas por la señorita Rosalind Hamilton- de la estructura del ADN. El nieto Crick sacó el Premio Nobel (con Watson, sin Hamilton).
Quizás qué tipo de adulto resultará de esta prole incansable.
Se interesaron, unos, por las armas; otra, por el paso de la colonia a la independencia; otro, por los barcos; otro, por las armas disfrazadas. Pero el hambre resultó una motivación fatal.
Yo quería entusiasmarlos con los fósiles en ámbar, sin resultado.
Los guié hacia una representación en tamaño real de la cacería de un mastodonte en la laguna pegajosa de San Vicente de Tagua Tagua. Pero no logró impresionarlos tanto. Por suerte los interesé en una gran foto de la laguna, antes y después de que fuese secada, en 1834.
Tras almorzar, conseguí entusiasmarlos y partimos a Tagua Tagua: "¡Imagínense, por aquí andaban los cazadores esperando que los mastodontes se empantanaran para dispararles sus lanzas hacia los ojos!".
Algunos protestaron, querían llegar luego a casa. Tal vez en 40 años puedan dar una sorpresa, como Crick, el nieto del zapatero proveedor de Darwin.
Cosa que estudien.