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Editorial
Lunes 02 de marzo de 2015
Solidaridad con Venezuela
Los difíciles momentos políticos y económicos que viven los venezolanos merecen la solidaridad de la comunidad internacional, en especial de la latinoamericana; sin embargo, la región ha sido mezquina en ayudar a ese país a salir de la grave crisis por la que atraviesa.
No se vislumbra voluntad de diálogo ni negociación entre el gobierno de Nicolás Maduro y la oposición, que ha visto encarcelar arbitrariamente a varios de sus principales líderes. Los llamados de gobiernos e instituciones regionales no han prosperado. La polarización cada día se profundiza, al tiempo que el Presidente denuncia intentos golpistas con los que justifica la persecución de los dirigentes democráticos.
Brasil y Colombia, vecinos con grandes intereses en Venezuela, parecieran los más indicados para presionar a Maduro. El Presidente Santos ha sido categórico, pero Dilma Rousseff no ha jugado un rol a la altura de su país. Aun así, la Cámara de Diputados brasileña aprobó una "moción de repudio" contra Maduro, a quien acusó de "quebrar principios democráticos".
Mientras el gobierno chileno se limitó a expresar su "preocupación" por lo que sucede en Venezuela, Ecuador y Bolivia se presentan firmes al lado de Maduro.
Por las diferencias entre sus miembros, OEA, Celac, Unasur, Mercosur y ONU, son impotentes ante los hechos y frente a la negativa de Caracas a dejarlos intervenir. Maduro, y antes Hugo Chávez, tiene de manos atadas a la OEA, al tildar a su secretario general como un aliado del "imperialismo". Hoy, Insulza, con un pie fuera del cargo, apenas llamó a "un diálogo inclusivo".
ONU habitualmente deja la iniciativa a organismos regionales. Aun así, el secretario Ban Ki-moon mostró "inquietud" por los episodios de violencia, y pidió a Unasur "relanzar" el diálogo de 2014 para ayudar al país a "superar desafíos y garantizar los DD.HH.". Tibia declaración del responsable de la paz mundial.
En el Legislativo del Mercosur, presidido actualmente por un venezolano, la discusión habida demuestra su total incapacidad y falta de voluntad para lidiar con problemas de sus miembros. El representante de Caracas aseguró con desparpajo que hay "total tranquilidad" en el país.
Si las esperanzas están en Unasur, es posible que serán nuevamente defraudadas. Apenas hay una posibilidad de misión de cancilleres de la "troika", pero por los países que la componen -Brasil, Colombia y Ecuador- es poco probable que encuentren la vía de salida.
El enérgico comunicado de Human Rights Watch, en el que José Miguel Vivanco llama a la Unasur a actuar "para repudiar las graves violaciones a los DD.HH.", es sin duda la petición más fuerte para una acción conjunta de la región tras la detención del alcalde caraqueño. Al margen de sus ideologías -o a causa de ellas, según el caso-, está claro que los gobiernos de la región no están dispuestos a enemistarse con un gobernante que carece de pudor para atacar a quien se le ponga delante.
Negociaciones nucleares con Irán
Este jueves está previsto que se reanuden las negociaciones entre el llamado Grupo 5 + 1 e Irán, en la ciudad suiza de Montreux, sobre el polémico programa nuclear de Teherán. Un encuentro cuyas conversaciones previas -según fuentes extraoficiales- han avanzado mucho en las últimas semanas y que se espera finalmente resuelvan la confrontación entre Irán y Occidente, ya que mientras Estados Unidos y sus aliados temen que este programa sea el paso previo a un arsenal de bombas nucleares, el régimen de los ayatolás asegura que su uso será pacífico.
En este contexto, el Grupo 5 +1 -EE.UU., Rusia, Francia, Gran Bretaña y China, además de Alemania- fijó junio como plazo límite para llegar a un acuerdo, pero al mismo tiempo estableció concretar un acuerdo marco al 31 de marzo.
Desde que estalló la revolución chiita en 1979, Occidente ha visto con desconfianza al régimen de Teherán, que desde entonces buscó exportar su visión del islam al resto de la región, muchas veces apoyando a grupos armados. Sin embargo, el mundo actual es muy diferente al de la Guerra Fría, cuando los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU tenían el monopolio de las armas nucleares. Desde la desaparición de la URSS, en 1991, países como India, Pakistán y Corea del Norte se han sumado a ese club. Y en ese contexto, Irán podría convertirse en un nuevo actor nuclear, siempre que esté dispuesto a transparentar su proyecto y someterse a una fiscalización internacional.
Es por ello que resultaron un tanto desconcertantes los ejercicios aeronavales que Irán realizó días atrás en el estrecho de Ormuz -por donde cruza un quinto del petróleo mundial-, cuando decenas de lanchas rápidas destruyeron la réplica de un portaaviones estadounidense. Obviamente, un mensaje que busca dar una señal de poder. Tal vez algo innecesario, si Occidente juega bien sus cartas y logra un acuerdo sobre la base de compromisos diplomáticos y no amenazas veladas.