Edgardo Bauza, entrenador de San Lorenzo de Almagro, campeón de la Copa Libertadores con los "Gauchos de Boedo" y Liga de Quito, lanzó esta semana una frase que nunca deja de tener vigencia en el debate futbolero: "Por momentos jugamos lindo, aunque a mí no me interesa jugar lindo".
El "Patón" distinguía entre "jugar lindo" y "jugar bien". Redondeó su idea, apuntando que defender con los 11 y atacar con los 11 era el ideal, que era necesario tener equilibrio para no quedar descompensados. Ratificó su planteamiento conservador ante Real Madrid en la final del Mundial de Clubes. Contó que en la noche previa el técnico del Cruz Azul le confidenció que el conjunto de Carlo Ancelotti les pudo hacer 10 goles porque tuvieron la osadía de ir a buscarlos.
Un debate saludable, que podría trasladarse a nuestro medio. Hoy escucho a los entrenadores locales, sobre todo a los más jóvenes, hablar en difícil. "Presión alta" es la más común. Refiere a "presionar arriba", "apretar en la salida". El argot futbolero sumó el vocablo "transición", que viene del básquetbol. Los videos parecen ser indispensables, lo mismo que grabar los entrenamientos. La capacidad de los técnicos, da la impresión, se mide por estos aspectos. Lo mismo que su modernidad.
Sería necio negar el aporte de las tecnologías al entrenamiento y el análisis de los partidos. Sin embargo, las tareas de un técnico no han variado. Estructurar un equipo, darle funcionamiento, elegir los titulares, minimizar las fortalezas del adversario, corregir en el entretiempo e intentar que los cambios den resultado. El valor de los 90 minutos como medida de evaluación.
Después de hablarlo con amigos que llevan más de cinco décadas viendo fútbol, con entrenadores que hace rato pasaron los 50 años, con ex jugadores cuarentones, mi convicción es que la rigidez supera a los entrenadores actuales. El 4-3-3 o el 4-2-3-1 son casi una ley no escrita. ¿Y si no se poseen los intérpretes idóneos? Me asalta la duda si un delantero notable como Juan Carlos Letelier, que parecía no tener posición, hubiera podido jugar en estos sistemas. En una de esas desordenaba el planteo... ¿Qué habría sucedido con los tándem que formó Sergio Messen con Sergio Ahumada en Colo Colo y Oscar Fabbiani en Palestino? ¿Alguien podría decir que no se adaptan al dibujo del entrenador porque alternaban en la posición del 10 y el 9?
No se traicionan los entrenadores cuando mueven su estantería y toman algunas providencias, en especial en el ámbito internacional. Universidad de Chile perdió con Internacional, pero más allá del desatino del árbitro Víctor Carrillo al sancionar un penal inexistente, mejoró su rendimiento. Martín Lasarte ocupó los dos mediocampistas de contención, agregó un volante y dio la batalla. Creo que si mantenía el 4-3-3 habitual, sumado al estado anímico del plantel, podía comerse de cinco para arriba.
En el caso de Colo Colo, dio la sensación de que necesitaba un recuperador extra al lado de Esteban Pavez ante Independiente Santa Fe. Omar Pérez es un notable lanzador y siempre tuvo espacio. Sacrificar un delantero por un volante no era pecado. Los técnicos deben olvidarse de lo que dice la prensa y los hinchas, porque ellos son responsables y dueños de su éxito o fracaso.
¿Palestino? Comenzó a ganar al Zamora antes de viajar a Barinas. Pablo Guede reiteró que nada ni nadie es más importante que el grupo al marginar a Leonardo Valencia y César Valenzuela. Sus jugadores comprendieron el mensaje y con los dientes bien apretados se trajeron un triunfo vital.