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Sábado 28 de febrero de 2015
Las palomas mensajeras
28 de febrero de 1915
"En el teatro de la guerra europea innegable es la utilidad de los servicios que prestan a los ejércitos beligerantes estas inteligentes avecillas portadoras de noticias". Así se refería a la vigencia de las palomas mensajeras en 1915 el profesor español Salvador Castelló, en una extensa crónica publicada en "El Mercurio" el 28 de febrero de ese año.
"El actual conflicto demuestra que, a pesar de la telegrafía sin hilos y de los perfeccionamientos introducidos en los telégrafos ordinarios de campaña y en todo cuanto afecta al servicio de comunicaciones militares, estos alados corceles para los cuales no hay obstáculos ni fronteras, siguen prestando gentilmente sus funciones a nuestras generaciones, como las procuraron, en remotos tiempos, a los antiguos pueblos".
El experto en colombofilia afirmaba que la distancia ideal que podían recorrer era de entre 200 y 300 kilómetros. "Incluso, algunas vuelan hasta 1.000. Asimismo, son requeridas por comerciantes, por pescadores y también prestan ayuda al automovilismo, al ciclismo y a la aviación, además de competencias organizadas por clubes de aficionados".
Sobre cómo llegó al tema hasta rendirle culto como " sport predilecto iniciado con la crianza de mis propios pichones", Castelló explicaba que sucedió en un viaje a Bruselas, en 1883, cuando tenía 20 años. "Llamaron mi atención varios grupos de estos pequeños bólidos que hendían el aire y caían como flechas adentro de sus respectivos palomares".
El profesor reconocía que en Chile había cierta ignorancia acerca de estas aves y de cómo utilizaban su portentoso instinto. Señalaba que la clave estaba en su gran orientación y apego al palomar. "Una vez aquerenciadas al mismo, tienden a regresar al lugar donde vieron la luz o dejaron sus afectos". Decía que la mejor raza era la belga, en sus variedades de Lieja y de Amberes, "descendiente del tipo carrier de origen persa y cruzada con una de las tres especies salvajes, la Columbia livia o zurita".
Se leía que el entrenamiento para los viajes debía comenzar a los tres meses de nacidas y siempre en primavera u otoño. "Primero con breves salidas, esperando el retorno en busca de alimento. Luego viene la verdadera educación para que las palomas puedan cubrir distancias mayores. Pasarán dos o tres años hasta que alcancen 300 kilómetros. Volando a 200 metros de altura como promedio y a unos 60 kilómetros por hora dependiendo, principalmente, del viento reinante, son unos verdaderos prodigios", concluía Castelló.