Señor Director:

La polémica sobre el valor histórico del patrimonio inmobiliario de la Universidad de Chile me lleva a atestiguar lo siguiente:

El prestigioso profesor Juan Gómez Millas fue rector a mediados del siglo pasado. Más allá de su valor académico lo caracterizaba su afán promotor de ideas y proyectos para acrecentar el plantel edificado. Uno de sus proyectos fue modernizar la Casa Central, construyendo un edificio en altura en su reemplazo.

Tuve la oportunidad de asistir a una reunión, para tratar ese tema, del rector con el decano de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, profesor Héctor Mardones Restat. El plan de la autoridad máxima de la Casa de Bello implicaba la probable demolición del cuerpo tradicional. El sorprendido decano le manifestó su desacuerdo, teniendo en cuenta el valor histórico del ya vetusto edificio existente desde su creación, un siglo antes, por el primer arquitecto chileno, Fermín Vivaceta.

Ante esto el rector insistió: "¿Pero, decano, es realmente histórico este edificio?". La réplica del arquitecto Héctor Mardones fue: "Por supuesto, rector, creo que todo el mundo que pasa frente a él lo siente así sin detenerse a ponerle el adjetivo. Evidentemente es histórico, pero si usted lo demuele dejará de serlo...".

Moraleja, todo edificio nace y comienza a vivir su historia que será inscrita, generación tras generación, por los ocupantes, los transeúntes, los vecinos, los turistas, los observadores calificados, por último por los historiadores que la registrarán y la escribirán. Cuán larga en el tiempo será ella, dependerá de factores culturales, financieros, calidad material y otros, hasta su fin como todo lo que comienza. La Universidad colonial de San Felipe fue derribada, dejó de ser patrimonio histórico, para dar paso a la construcción del Teatro Municipal de Santiago que sí lo es, por ahora.

J. René Urbina Verdugo
Arquitecto