Señor Director:

Desde el reciente anuncio del Gobierno en relación con el fin del cambio de horario, he leído en vuestro medio las opiniones de variados profesionales, economistas, ingenieros, meteorólogos, todos enfocados en las consecuencias económicas y sociales de la medida; sin embargo, se olvida un concepto básico e inherente a nuestra situación de seres vivos: todos dependemos de un ciclo biológico regulado por la luz y la oscuridad, el llamado ciclo circadiano. Este es determinante para la salud física y emocional, en especial de los niños, siendo el ánimo y el aprendizaje fuertemente determinados por la correlación de las actividades diarias con los ciclos de luminosidad.

Son múltiples las experiencias clínicas y epidemiológicas que describen mejores resultados escolares académicos y menor agresividad e irritabilidad en los niños que se despiertan y van a clases ya habiendo amanecido. ¿Habrá alguien analizado esto considerando que en la zona central el sol asomará sobre la cordillera estando los niños casi una hora ya en el colegio?; ¿qué queda para quienes viven en las ciudades más australes? Consideren que GMT-3 significa que el sol aparecerá en el horizonte dos horas más tarde que para países ubicados en meridianos cercanos a los de Chile, como por ejemplo Perú y Colombia.

Si bien es grato, para la mayoría de las personas, salir del trabajo en las tardes con algo de luz natural, esto posiblemente determinará más dificultades para que los niños duerman más temprano, mayor somnolencia en clases, mayor irritabilidad en el hogar y colegio. Hago un llamado para un debate basado en evidencia, y no en opiniones. ¿Hacemos un cambio de huso horario bien hecho o cambiamos la hora de entrada a clases de nuestro sistema escolar? Quizás sea un elemento más a analizar para lograr una mejor educación en Chile.

Dr. Patricio Guerra
Neurólogo Infantil y Adolescente
Universidad San Sebastián Puerto Montt