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Cartas
Domingo 01 de febrero de 2015
Aborto y San Juan de la Cruz
Señor Director:
En San Juan de la Cruz el silencio es algo útil y bello. Es preparación o prolongación del amor. Pero en este momento de Chile hay otro silencio. Espero sea circunstancial. Ojalá que se trate de una inadvertencia veraniega. En la discusión sobre el aborto he echado de menos otros tonos, otras voces, otras presencias que las de académicos, estudiosos y especialistas. Me hacen falta otras reflexiones de alerta, más vozarrones indignados. Necesitamos más cantos a la vida desde la garganta de la gente común, de los jóvenes inquietos, de mujeres valerosas, de hombres que den la cara tal cual. Gente que no tema que lo señalen con el dedo. Al contrario. Más valentía pública. Falta la calle, la movilización militante de los alegres partidarios de la vida. De aquellos que saben que el comportamiento ético no es una casuística privada.
El que no lucha hoy contra el aborto no se queje mañana. Cuando se abre la compuerta de un inmenso río, nadie debiera después asombrarse de la inundación del oleaje destructor. Siempre es indispensable, para el bien de la patria, que cada niño concebido nazca, crezca y pueda gozar de la copia feliz del Edén. Para que mañana sea madre o padre de felices chilenitos, a los pies de la blanca montaña. El silencio contemplativo de San Juan es hondura humana. El silencio sobre el aborto es desidia letal. En este momento político, el humanismo cristiano (popular y creativo) debe hacer valer su propio peso. Debe impedir que desde el Parlamento y el Gobierno se nos vaya asfixiando el alma de Chile.
P. Joaquín Alliende Luco