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Editorial
Sábado 31 de enero de 2015
Nuevo huso horario
"El problema mayor con el cambio de hora es que nuestras costumbres dependen más de la luz del sol que de lo que digan los relojes. Es así como gradualmente se han ido atrasando las actividades durante el esquema de verano..."
El ministro de Energía informó que el Gobierno de Chile tomó la decisión de cambiar el huso horario, de modo de hacer permanente el, hasta ahora, horario de verano. Chile quedaría entonces a solo tres horas del horario del meridiano de Greenwich, pese a que nuestro país está más cerca de los 75 grados de longitud, que corresponden a 5 horas de diferencia, que de los 45 grados, que corresponderían a las tres horas de diferencia. Por cierto, no ha sido el ahorro de energía el motivo que se ha dado para justificar tan radical cambio, puesto que la energía que se consume hoy tiene componentes muy distintos que los que había cuando se inauguró el actual horario de verano durante la gran sequía de 1968, y las mayores dudan parecen haber surgido en torno al huso horario escogido, más que al hecho de adoptar uno.
El cambio de horario en el país no es el primero que se concreta en el mundo. Ya el Presidente Chávez de Venezuela había cambiado en media hora el horario para su país, pero otros países lo intentaron en medio de graves crisis energéticas. En Estados Unidos se trató de poner en marcha un cambio similar hace 40 años, pero se comprobó que la entrada a clases en medio de la penumbra matinal tenía un efecto en el aumento de accidentes de tránsito, con niños en edad escolar como las principales víctimas, y por esa razón la idea se abandonó. Ahora, en Chile, veremos si se cumple esta conjetura.
La idea de cambiar el horario suele encontrar adeptos entre quienes disfrutan de la hora extra de luz vespertina y, del mismo modo, encuentra adversarios entre quienes tienen que iniciar sus actividades temprano en las mañanas. Nuestro país tiene en su geografía la ventaja de ser un territorio longitudinal que comparte un mismo huso horario, a diferencia de otros que deben hacer compatibles los horarios de distintas localidades geográficas. Con todo, al llevar las cosas al extremo de situarnos artificialmente en el meridiano de 45 grados, se vivirán situaciones incómodas en las localidades situadas más al oeste del país, pues aunque pequeñas, las diferencias de longitud existen. Si Santiago está alineado con las ciudades del norte en los 70 grados, Concepción, Temuco y Puerto Montt están en 73 grados y cada grado significa que el sol sale 4 minutos más tarde.
El problema mayor con el cambio de hora es que nuestras costumbres dependen más de la luz del sol que de lo que digan los relojes. Es así como gradualmente se han ido atrasando las actividades durante el esquema de verano, tales como los horarios del comercio, por ejemplo. Los centros de esquí ya están pensando en modificar sus horarios, puesto que cerrar a las 5 de la tarde -las antiguas 4- es muy temprano para quienes practican ese deporte. Lo mismo podrá decirse de las costumbres familiares, como el almuerzo o la comida, que a la larga se ciñen a la luz, y no al reloj. Después de todo, el día tiene 24 horas y se pueden denominar como se desee.