Señor Director:

El lunes 26 de enero se publicó un editorial referido a "Los riesgos de renegociar concesiones" en donde se hace mención a la responsabilidad del Ministerio de Obras Públicas (MOP) respecto de la publicidad de los convenios complementarios. Al respecto, un alcance. Como todos los convenios complementarios son objeto de toma de razón por la Contraloría General de la República, ellos son de fácil acceso en su portal web. Además, siendo instrumentos públicos, también se puede acceder a ellos a través de la ley de transparencia. Por último, se encuentran disponibles en la página web del ministerio, aunque no es de fácil navegación y esperamos que el ministerio la mejore.

Pero lo más importante que nos permitimos observar es que el editorial califica a las renegociaciones como delicadas y peligrosas, afirmación que fundamenta en que el ministerio debe negociar con "un concesionario que sabe que el tiempo corre a su favor y que puede adoptar una postura negociadora dura", para luego agregar que, en comparación con las relicitaciones, en que todos los beneficios van al Estado o al público, en las renegociaciones "deben compartirse con la empresa" .

Si lo que se pretende decir es que en el proceso de licitación la(s) empresa(s) licitante(s) no querría(n) obtener ningún beneficio, es claramente un error que atenta contra la definición misma de lo que se entiende por empresa. Por consiguiente, no es tan simple que las licitaciones sean siempre más convenientes para el Estado y para el público que un convenio complementario celebrado con el concesionario existente. Hay muchos otros factores que tienen valor para el público y el Estado que pueden ser mejor recogidos por un convenio complementario. No creemos que sea buena la generalización que en la materia hace el editorialista. Siempre es una decisión caso a caso y muchas veces será mejor alternativa un convenio complementario.

Por ello la ley contempla, como uno de los pilares estructurales del sistema, los convenios complementarios que, además, son revisados por varias instancias de la administración y no se cocinan en una sala oscura, como alguien podría entender sería la crítica del editorialista. Entonces, si bien los convenios son sobre temas delicados, no son peligrosos y no necesariamente son perjudiciales para el Estado y el público; por el contrario, pueden ser muy útiles y oportunos. Sí hay que hacerlos bien. Finalmente, nos gustaría insistir en que creemos en la crítica, pero no parece justo que ella conlleve la imputación indirecta de que la industria de concesiones supone un accionar reñido con la ética en la relación concesionarios-MOP.

Juan Eduardo Saldivia M.
Presidente Copsa