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Editorial
Viernes 30 de enero de 2015
Apoyo a innovadores y emprendedores
En la actualidad son cientos los emprendedores, muchos de ellos de corta edad, que han buscado liderar procesos de cambio para ofrecer productos y servicios -en distintas escalas- marcados por la innovación...
El emprendimiento y la innovación son los dos ejes centrales del camino al desarrollo de los países. Conseguir que todo ello ocurra no es fácil, y requiere de mucho esfuerzo de los agentes económicos, pero también de un marco institucional adecuado y competitivo, además de ciertos incentivos del Estado.
En la actualidad son cientos los emprendedores, muchos de ellos de corta edad, que han buscado liderar procesos de cambio para ofrecer productos y servicios -en distintas escalas- marcados por la innovación. En este proceso, sin embargo, se han conocido diversos reclamos en cuanto a la discrecionalidad o falta de rigurosidad de ciertas incubadoras y, al mismo tiempo, respecto de la excesiva burocracia de la Corporación de Fomento a la Producción (Corfo), entidad del Estado clave en este ámbito.
En términos generales, los conflictos conocidos entre emprendedores e incubadoras parecieran enmarcarse dentro del ámbito privado, en el cual solo se debiera velar por que no haya fraudes o abuso de posición dominante de la entidad colaboradora respecto de quien obtiene el financiamiento para desarrollar un proyecto.
Sin embargo, la Corfo -que dispone de más de $20 mil millones anuales para financiar proyectos de emprendimientos innovadores, principalmente a través del Subsidio Semilla de Asignación Flexible (SSAF)- canaliza los recursos precisamente a través de las incubadoras de negocios, las que tienen por misión gestionar la entrega de remesas a los gestores de los proyectos según el cumplimiento de hitos y metas. En paralelo, las incubadoras reciben del fisco $2.500 millones anuales para su funcionamiento.
Por lo tanto, el rol de Corfo es clave. Se requiere, por una parte, velar para que los dineros lleguen a quienes lo necesitan y, al mismo tiempo, para que los montos sean los adecuados y los procesos eficientes. Y dada la responsabilidad que les ha asignado el Estado a las incubadoras es que se requiere una mejora en sus estándares institucionales, de forma de resguardar apropiadamente el que los emprendedores no malgasten tiempo y energías en excesos burocráticos.
Finalmente, si bien en los últimos años se ha avanzado en la facilidad para hacer negocios (Chile se encuentra 34 entre 189 naciones en el ranking general de los países para hacer negocios del 2014 elaborado por el Banco Mundial), es necesario seguir impulsando reformas dirigidas a acabar con el exceso de trabas y regulaciones que subsisten, y que en muchos casos carecen de sentido.