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Editorial
Viernes 30 de enero de 2015
Colusión en transporte marítimo
Es un éxito de la Fiscalía haber detectado este caso de colusión, el que se agrega a otros descubiertos en los últimos años: farmacias, pollos, asfalto, así como otros de menor importancia...
La Fiscalía Nacional Económica solicitó que el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia imponga una multa de 75 millones de dólares a un grupo de empresas navieras. Estas empresas se habrían coludido en el transporte de automóviles durante más de diez años. El castigo exceptúa a la empresa que se autodenunció, y que entregó la evidencia para probar el caso, de acuerdo con la Ley de Delación Compensada. Esta asociación ilegal elevó el costo de los automóviles provenientes de Asia, Europa y América del Norte.
Es un éxito de la Fiscalía haber detectado este caso de colusión, el que se agrega a otros descubiertos en los últimos años: farmacias, pollos, asfalto, así como otros de menor importancia. La FNE aprovechó los lazos que ha establecido con organismos antimonopolio de terceros países, ya que la investigación original provino de los Estados Unidos, y luego fue autodenunciada por CSAV para escapar al castigo que se le impondría en Chile.
Este caso muestra algunas de las virtudes del controvertido instrumento de la delación compensada, que permite conseguir evidencia difícil de obtener. El temor a que otra compañía denuncie la colusión -un "dilema del prisionero"- induce a las empresas a autodenunciarse. Es probable que aparezcan otros casos en el futuro cercano, ya que en muchos sectores las empresas operaron por largo tiempo sin internalizar que sus prácticas podían incurrir en una colusión ilegal. Esto no parece ser del todo infrecuente en los niveles ejecutivos medios, en que los bonos por rendimiento de la unidad (por ejemplo en el caso TV plasma) inducen a acuerdos colusivos, a menudo sin informar a la alta gerencia. Este hecho no debería eximir de responsabilidad a la empresa, ya que debería tener procedimientos para impedir que mandos medios puedan establecer estos acuerdos.
En el caso de las navieras, desde hace mucho se sospecha de los acuerdos en que distintas líneas pactan un servicio periódico a destinos que no son de alto tráfico. Esto tiene ciertas ventajas para el servicio común, pero también permite eludir la competencia. El caso actual, sin embargo, es de colusión directa, con gerentes que se reunían e intercambiaban mensajes electrónicos para coordinarse frente a las licitaciones que las empresas automotrices realizaban para sus contratos de transporte hacia Chile. Aunque el monto pagado en fletes es pequeño frente al costo de los automóviles transportados, en el año 2012 alcanzaron 300 millones de dólares, entre un 5 y un 8% del valor en el puerto chileno de los vehículos. Es probable que el valor de los automóviles vendidos en Chile haya subido en algún porcentaje debido al acuerdo entre las navieras. De ahí que no es posible descartar que los importadores o el Sernac presenten una acción judicial por daños.
A diferencia de otros casos, la colusión naviera incluye empresas internacionales, lo que muestra que la tendencia a estos acuerdos no es característica exclusiva de los empresarios locales, sino que pueden surgir en cualquier mercado con baja o ineficiente fiscalización.
La tendencia a la colusión no es un fenómeno de la modernidad. Ya fue denunciada por Adam Smith en un célebre pasaje de La Riqueza de las Naciones. Aunque en todos los sectores puede haber algunos empresarios a los que les gustaría coludirse, a menudo es difícil, porque sus productos son diferenciados y no comparables. Si además hay una persecución persistente y castigos fuertes en aquellos mercados en que es fácil coludirse, debería desaparecer el incentivo a estas conductas que afectan a consumidores y también a los empresarios que no están disponibles para las malas prácticas.