Ahora que escampó el diluvio teatral festivalero, se impone apreciar el notable unipersonal “Hilda Peña”, reposición en breve temporada de uno de los dos buenos hallazgos —ambos de autoras mujeres, el otro fue “La chica”, de Karen Bauer— de la última renovada edición de la Muestra de Dramaturgia Nacional, en octubre recién pasado. Que recuerda de modo inevitable la potente revitalización del monólogo, género devaluado por sus exigentes convenciones, a manos del argentino Santiago Loza (cuyo trabajo se desplegó aquí en un ciclo exhibido en el mismo GAM en 2014).
Breve —50 minutos— pero contundente, brinda el retrato de una modesta aseadora de una peluquería de población; junto con trazar el mundo que la rodea, da cuenta poco a poco —como ocurre con las heroínas de Loza— de que a pesar de la primera impresión que produce, esta mujer no tiene nada de común y corriente. Ella está profundamente afectada por la muerte violenta de su hijo único en el asalto a un banco en el Faro de Apoquindo (hecho real acaecido en 1993); más aún, a medida que avanza su discurso revela que su perturbación es sumamente grave.
Menos es más, debe haber deducido Isidora Stevenson —33 años, actriz y directora (“H.P., Hans Pozo”, en 2007)—, que debutó como dramaturga unos pocos meses antes, en julio último, con el drama “Campo”, de estructura harto compleja y escrito a la manera de Chéjov. Stevenson, con su diestro dominio de la palabra como acción dramática, hace que la aparente simplicidad de este segundo texto suyo se multiplique en hondas resonancias y sugerencias.
La puesta en escena dirigida por Aliocha de la Sotta, también minimalista, resulta a partir de sus sobrios recursos, muy expresiva. Se concentra desde luego en el soberbio desempeño de Paula Zúñiga, una tremenda actriz que empuja a su rol —y al espectador— a pasar por una amplia gama de emociones. Y convierte a la luz en un segundo personaje de igual riqueza. Haces de luz recortan fragmentos del cuerpo en escena, o lo iluminan desde distintos ángulos, lo que insinúa los diversos encuadres y cambiantes puntos de vista del lenguaje cinematográfico, en tanto nos habla de la distorsión mental de Hilda Peña y su desarticulada percepción de la realidad.
Centro GAM (Alameda 227). Hasta el 1 de febrero. De miércoles a sábado a las 21:00 horas, domingo a las 20:00. Informaciones: 25665500.