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Cartas
Lunes 26 de enero de 2015
Calidad de la educación
Señor Director:
Uno de los argumentos para restringir la selección académica en los denominados colegios emblemáticos es que dicha práctica detecta más bien el capital cultural de la familia, el que a su vez se relaciona con el nivel socioeconómico de esta. Así, que un colegio municipal como el Instituto Nacional José Miguel Carrera se sitúe entre los mejores del país, flanqueado sólo por selectos colegios particulares pagados, se explicaría porque la composición social del alumnado de todos ellos es parecida. ¿Es esto verdad?
Veamos.
En el proceso de admisión a las universidades del año 2014 el colegio municipal Instituto Nacional José Miguel Carrera estuvo entre los primeros 20 del país según el puntaje promedio de la PSU. Otros colegios destacados que ocuparon lugares similares son, por ejemplo, el Colegio La Girouette, San Ignacio El Bosque, Villa María Academy, Saint Gabriel School y el Alemán de Santiago, todos particulares pagados. A partir de los datos socioeconómicos de la lista de seleccionados del proceso de admisión universitaria, podemos comparar el perfil social de los estudiantes del Instituto Nacional con el del conjunto de los otros colegios.
En el caso del Instituto Nacional, el 51% de los padres son empleados especializados y no especializados y destaca una cantidad de 18% de obreros calificados y no calificados. En los colegios de élite mencionados arriba, el 86% de los padres son altos ejecutivos y profesionales, 9% son empleados y no existen padres que sean obreros.
De las madres de los seleccionados del Instituto Nacional, el 38% solo completó la educación media y el 19% tiene educación universitaria completa. En el conjunto de los otros colegios mencionados, las cifras respectivas son mayores.
Es evidente que los resultados académicos del Instituto Nacional se explican menos por el capital cultural y económico de las familias, supuestamente filtrado en la selección, y más por un sólido proyecto educativo que atrae a los jóvenes de mayor capacidad y autoexigencia. Asimismo, a todas luces ese establecimiento es un único y formidable vehículo de movilidad social.
Quizás haya que pensar mejor algunas cosas.
Daniel Casanova Cruz
Universidad Católica de la Santísima Concepción