La prolífica Joyce Carol Oates - Blonde , colosal biografía de Marilyn Monroe; Ave del paraíso , Memorias de una viuda -es, además de una gran novelista, una agudísima crítica literaria. Y su especialidad son las novelas policiales: ha prologado las obras completas de Raymond Chandler, de Patricia Highsmith y habitualmente reseña a autores y autoras tales como P. D. James, Ruth Rendell o Ian Rankin. En gran medida, a ella se debe el prestigio de que hoy goza el género negro, con una aclaración: Oates jamás ha intentado componer un relato de misterio, debido a que sus intereses como creadora novelística son otros, distintos, quizá más ambiciosos.
Grosso modo , los textos de Oates exponen hechos violentos que ocurren en pueblos idílicos, desnuda la hipocresía de las llamadas familias felices y cuestionan modos de vida que creíamos inamovibles. Es el caso de Carthage , su último libro, donde la acción transcurre en un caserío en el extremo norte del estado de Nueva York que le da el nombre al volumen. Oates, desde el comienzo, tiene la audacia de contarnos todo lo que va a suceder, aunque igualmente nos depara insólitas sorpresas. Los Mayfield son las personas más importantes del condado y el grupo se compone de la típica unidad celular norteamericana: Zeno, el padre, es una figura cercana y a la vez temible; fue alcalde de la localidad, obtuvo notables logros, ahora ejerce como abogado en forma privada y es la persona más importante del Partido Demócrata en la zona. Su cónyuge, Arlette, prefirió ser dueña de casa y madre a tiempo completo antes que embarcarse en estudios superiores y, si bien esto le cuesta caro, se siente una mujer completamente realizada. Juliet, una belleza despampanante, es la hija mayor, y Cressida, la menor, está dotada de una inteligencia sobresaliente y un talento artístico singular para el dibujo, la pintura y, cuando era una niña, mostró especiales aptitudes para interpretar el piano. En suma, Juliet es la linda y Cressida la lista y este antagonismo, esta dualidad hermosura versus perspicacia, que al inicio parece un juego infantil, se transforma en la metástasis del crimen, el horror y el sinsentido que permea las existencias de los Mayfield; se trata de algo que, gracias a la sagacidad de Oates, presentimos desde la partida, aun cuando en momento alguno podremos sospechar qué niveles de odio, rencor y degradación pueden llegar a alcanzar esas aparentemente inocuas rivalidades entre hermanas que juran quererse tal como son.
En las primeras líneas de Carthage ya sabemos que Cressida ha desaparecido y la búsqueda, que se transforma en noticia nacional, encabezada por Zeno, es muy difícil en una región rodeada de lagos, bosques, cadenas de montañas y el parque nacional de Adirondack. Todo apunta en contra de Brett, veterano de la guerra de Irak, inválido, alcohólico, aficionado a las drogas duras, que fue novio de Juliet, rompiéndose el compromiso de la noche a la mañana, sin que nadie sepa el porqué. En efecto, fue visto por numerosos testigos a la salida de un tugurio de mala muerte, en compañía de Cressida y a pesar de que habría pruebas concluyentes para incriminarlo, es puesto en libertad restringida. Por su parte, Cressida, una chica que nunca dio problemas a nadie, salvo que el hecho de poseer un ingenio por sobre el promedio fuese una ofensa, en principio carecería de cualquier clase de motivos para abandonar su hogar sin decir nada ni dejar rastro alguno tras de sí. Y aquí es cuando la prosa de Oates, clínica, ocasionalmente lírica, con toques de humor, actúa como un escalpelo para revelarnos, de modo gradual, la verdad acerca de Carthage : lo que pretendía ser felicidad era un mito, aquello que mostraba un enclave idílico resulta una cueva de monstruos, en suma, la trastienda de la localidad conforma un ponzoñoso nido de víboras.
Lo anterior se nos va entregando con cuentagotas, por la sencilla razón de que Oates nunca es obvia y no necesita recurrir al mensaje, el truco fácil o el lenguaje ruidoso para describir situaciones límites. Todo lo contrario, al modo de un filme de David Lynch, si bien en términos estrictamente literarios -nada de efectos especiales, nada de acudir a la cultura popular porque sí- Carthage nos sumerge, muy discretamente y, al mismo tiempo, con devastadora furia, en los temores más insondables, los sueños frustrados, los anhelos inconfesados de la gente común y corriente y que conforma la mayoría de los estadounidenses. Para decirlo con las palabras justas, estamos ante un tour de force narrativo.