En el mundo de la política, la competencia es de la esencia de su quehacer. Se trata de contrastar visiones distintas respecto de metas, instrumentos y posturas para conducir a la sociedad, desde sus instancias gubernamentales o legislativas, para que la ciudadanía escoja los planteamientos que mejor interpreten sus propias convicciones y aspiraciones. La ausencia de competencia tiende a hacer decaer la actividad política, la calidad de quienes participan en ella y la confianza e interés ciudadano en su quehacer. Precisamente de eso se acusaba al sistema binominal, al prácticamente asegurar que un representante de cada conglomerado fuese elegido en cada distrito o circunscripción, quitándole relevancia al voto, aunque este aserto estuvo muy distante de ocurrir en la última elección parlamentaria.

En las organizaciones intermedias de la sociedad no es siempre evidente que la competencia sea el mejor camino para elegir a quienes las lideren. Por ejemplo, en los propios partidos políticos, en las organizaciones gremiales o en los clubes deportivos o sociales, sus miembros tienden a concordar en líderes que representen la unidad de propósitos que esas organizaciones tienen en su origen, puesto que fueron esos planteamientos los que atrajeron a sus miembros, y son esos los que todos persiguen. La competencia por liderazgos en ese tipo de instituciones da cuenta de que, a pesar de la unidad de propósitos, hay diferencias respecto de la estrategia que la institución debe seguir en el futuro, cuando el entorno en que se desenvuelve requiere de estilos y formas de plantearse ante ellos en los que no necesariamente hay acuerdos, o cuando se producen coyunturas especiales, que generan una discusión sustantiva respecto de cómo abordarlas hacia el futuro.

Desde ese punto de vista, la competencia que se ha establecido en la Sofofa entre su actual presidente, Hermann von Mühlenbrock, y el empresario Andrés Navarro por presidir la institución parece saludable. La coyuntura actual, en que las bases del modelo económico -libre iniciativa de emprendimiento para generar riqueza en la sociedad, con obtención de ganancias y eventual generación de desigualdad en el proceso- están siendo desafiadas, plantea interrogantes de estilo, lenguaje y mirada de futuro respecto de la manera de conducir al gremio. La variedad en la trayectoria de ambos -su conexión con el sector productivo uno y de servicios el otro, por ejemplo- marca diferencias que los consejeros de Sofofa deberán evaluar. Pero, además, la manera como propongan desarrollar el diálogo con la autoridad y su relación con el resto del mundo empresarial y emprendedor enriquece el debate y vigoriza la energía con que quien sea elegido enfrente los desafíos que el escenario actual impone.