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Editorial
Domingo 18 de enero de 2015
Piketty en Chile
Ciertamente el aporte de Piketty es relevante. Su obra destaca la importancia de la desigualdad en la evaluación de la marcha de la economía mundial, tema en debate en todos los rincones del planeta. Su libro critica en muchos aspectos la visión predominante desde los años ochenta sobre el desempeño del capitalismo y el rol redistributivo del Estado...
Gran sensación sigue produciendo en el mundo intelectual y político Thomas Piketty. Su visita a Santiago en el marco del IV Congreso del Futuro y el lanzamiento en castellano de su superventas internacional "El Capital en el Siglo XXI" han despertado interés más allá de los sectores políticos de izquierda.
Ciertamente el aporte de Piketty es relevante. Su obra destaca la importancia de la desigualdad en la evaluación de la marcha de la economía mundial, tema en debate en todos los rincones del planeta. Su libro critica en muchos aspectos la visión predominante desde los años ochenta sobre el desempeño del capitalismo y el rol redistributivo del Estado. La izquierda latinoamericana -y en particular la chilena- siente que el afamado profesor francés refrenda así su aversión al modelo vigente de economía de libre mercado.
Sin embargo, no son los países pobres, o de ingreso medio, los que preocupan a Piketty. Su libro se enfoca en aquellos que han alcanzado un capitalismo maduro. En su interpretación, esos países, luego de ascender a un alto nivel de desarrollo, estarían condenados a un bajo dinamismo económico, al estancamiento demográfico y, de no mediar la intervención del Estado, a la creciente concentración de la riqueza. Para combatir una perniciosa desigualdad, recomienda elevar la progresividad de los impuestos, gravando fuertemente las herencias, los patrimonios y las rentas más altas.
Como suele ocurrir en el mundo académico, el trabajo de Piketty ha sido objeto de intensa controversia entre los expertos. Variados autores han planteado reparos metodológicos a sus estadísticas y presentado interpretaciones históricas diferentes. Por ejemplo, el economista catalán Xavier Sala-i-Martín, quien también nos visitara recientemente, arguye que Piketty no considera en su correcta dimensión otras formas de riqueza que están siendo dispersadas por el capitalismo -desde el "capital humano" hasta el automóvil o el computador- y que lo que el francés ve como un preocupante incremento de la desigualdad en el mundo desarrollado puede no ser sino la contraparte de la revolución tecnológica y de la incorporación de China e India a la economía global, fenómenos que están aumentando el bienestar y reduciendo la pobreza a nivel mundial.
Entre nosotros, hay quienes podrían pensar que la crítica de Piketty avala al actual gobierno en cuanto a priorizar la redistribución de ingresos por sobre el crecimiento económico. Pero nada de eso dice su libro. De hecho, la concentración de la riqueza que le preocupa surge precisamente después que las economías se han expandido y hecho ricas, no antes. Diametralmente distinta es la situación de Chile, el cual, para alcanzar el desarrollo, tiene por delante un enorme desafío de crecimiento, de acumulación de capital y de productividad. Los altos impuestos que Piketty recomienda lesionarían nuestra capacidad de crecimiento. Aplicar prematuramente su receta correría el riesgo de condenarnos a un desarrollo mediocre y demorar la superación de la extrema pobreza.
Es cierto que nuestro grado de desigualdad es alto, pero este autor desvía nuestra atención hacia la envidiable situación del 10%, del 1% o incluso del 0,1% más rico, en lugar de instarnos a discurrir cómo procurar mejores oportunidades para la gran masa de hogares en situación vulnerable o de clase media. Probablemente ello pase por priorizar el dinamismo de la economía, impulsar el emprendimiento, promover la libre competencia. Ese camino nos puede permitir, simultáneamente, un rápido crecimiento económico y la progresiva reducción de la pobreza y la desigualdad. Ofrece entonces mejores expectativas a todos -y muy especialmente a los más desposeídos- que la economía en marcha lenta y de omnipresente estado redistributivo que parecen favorecer los seguidores locales de Piketty.