Señor Director:

Tal es el título que merece el proyecto que enviará el Gobierno al Parlamento. No es una reforma laboral, por cuanto su propósito es fortalecer a los sindicatos, de tal suerte que el costo de emplear para los empresarios se encarecerá, lo que incidirá en un desincentivo a contratar personal.

En EE.UU. los sindicatos perdieron poder en el transcurso de la segunda mitad del siglo XX, y es una de las razones del por qué ahí las crisis solo golpean temporalmente el empleo. Actualmente EE.UU. tiene una tasa de desempleo de 5,8 %, versus el 11,5% de la Zona Euro. La razón es que cuando se da flexibilidad laboral, como en el primero, el empleo se ajusta rápidamente y los empleadores no tienen temor de contratar por miedo a que después, en caso de fallar sus predicciones, no puedan despedir personal.

Sin duda que con esta legislación, los afortunados de tener empleo, se verán aún más beneficiados materialmente, pero ello será a costa de los que buscan trabajo y no lo consiguen, ya que las empresas harán todos los esfuerzos por minimizar las contrataciones, mecanizándose al máximo de lo posible.

Los más afectados serán las pequeñas y medianas empresas, que usan trabajo intensivamente, por lo que las reformas en curso serán un impuesto a su crecimiento, y en caso de sufrir reveses en el mercado, un importante lastre que precipitará su quiebra.

Guillermo Teillier, presidente del PC, manifestó que con esto el gobierno le ha perdido el miedo a la derecha. Uno diría, más bien, que el gobierno ha perdido el temor de explosionar el desempleo y de causar un grave daño a la clase media y a los sectores con mayor tasa de desocupación, como los jóvenes y las mujeres.

Enrique Goldfarb