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Día a día
Sábado 27 de diciembre de 2014
A los 132 niños de Pakistán
Queda ahora que nos perdonen a nosotros, que no hemos sido capaces de construir un mundo a su altura. Un mundo de paz, de amistad, de concordia y fraternidad. Un mundo donde cabemos todos y en el que todavía sobra espacio...
Queridos niños: esta Navidad no hemos podido pasarla sin su recuerdo. Es un recuerdo terrible, demasiado oscuro para parecer humano, pero a pesar de ello han estado en nuestras mentes y en nuestros corazones. Jamás podremos entender -no, al menos, en esta vida- las razones que tuvieron sus asesinos para quitarlos de este mundo. Pero estamos seguros de que en el cielo, junto al Niño de los niños, ya han sabido perdonar.
Queda ahora que nos perdonen a nosotros, que no hemos sido capaces de construir un mundo a su altura. Un mundo de paz, de amistad, de concordia y fraternidad. Un mundo donde cabemos todos y en el que todavía sobra espacio, cualquiera sea la raza, credo o cultura de quien lo habite. Un mundo donde todos podamos dormir y despertar tranquilos, listos para gozar de las maravillas de la vida misma, de la de los demás seres humanos y de la naturaleza.
Ahora que están con Dios -de quien habían salido hace tan poquito- nos atrevemos a pedirles un gran favor: que rueguen a Él por nosotros; que le pidan que nos envíe más de su fuerza y de su luz para hacer el mundo que Él pensó desde el principio. Que nos ayude a trabajar con todas nuestras fuerzas para no seguir echándolo a perder. Pues "el sueño" de Dios todavía es posible: un mundo bueno, limpio, amoroso, ¡feliz!
Y, claro, cada uno de los habitantes de este planeta Tierra habrá de partir (ojalá hoy mismo) por casa...
B.B. COOPER