Señor Director:

La reforma educacional mantiene una falla estructural que no se resuelve comunicando mejor sus contenidos: obliga a los sostenedores a vender sus actuales colegios.

El intento de comunicar que todo seguirá igual, simplemente no lo permite el proyecto. Esto es tan claro que todos los sectores han anunciado indicaciones que cambiarán sus principales contenidos. Entonces, solo el 2 de enero se conocerá este nuevo y diferente proyecto.

Todos los problemas que se han advertido por la inmensa mayoría de los expertos, padres, educadores y sostenedores, producirán resultados devastadores para la educación pública que brindan los colegios particulares subvencionados. Las soluciones parches que se han anunciado serán en vano mientras se mantenga la irracional obligación de comprar la infraestructura, y no mantener la libertad de arrendarla como en cualquier actividad, incluidos todos los servicios públicos.

Alrededor del 70% de los sostenedores no son dueños de su infraestructura, y el proyecto los obliga a comprarla para las nuevas corporaciones sin fines de lucro que se les fuerza a constituir. ¿Pero qué pasa si el dueño no quiere venderla? Las únicas salidas que da el proyecto son que el colegio cierre o se transforme en particular pagado.

Difícil de creer, pero la Cámara de Diputados aprobó la reforma sin un mecanismo financiero viable para la compra del colegio a su valor comercial. Recién en el Senado se sabrá si las indicaciones logran superar este grave error. ¿Alguien cree que en 15 días podrá discutirse en profundidad el mecanismo para comprar o vender miles de colegios? El resultado es previsible: Cientos de dueños de la infraestructura de los colegios no van a vender, otras tantas corporaciones no van a ser sujetos de crédito bancario -¿o se pretende que los filántropos que las constituyan además otorguen garantías personales?- y, en consecuencia, la libertad de los padres va a ser gravemente vulnerada si el colegio cierra o pasa a ser pagado.

Nadie podrá decir que el desastre educacional no fue advertido oportunamente, con lealtad y claridad. Además, todo el país espera una buena reforma; pero sin corregir esta falla estructural, no habrá mensaje comunicacional que arregle una eventual ley que se les aparezca a los padres en marzo.

Por esto, el Senado debe honrar su tradición histórica y tomarse el tiempo necesario para legislar bien.

Eduardo Escalona
Abogado de Conacep