Señor Director:

Es una lástima que haya parlamentarios a los que les guste hacerse de enemigos. La idea de suprimir los días festivos correspondientes a festividades religiosas, con el pretexto de alargar por cinco días las vacaciones, me parece una provocación no solo a la Iglesia, sino que, además, a todos los fieles que las respetan, no solo por sus creencias religiosas, sino por ser tradiciones centenarias.

Si se suprimiera, entre otros, el Día de la Virgen, que es el 8 de diciembre, sería faltarles el respeto a miles de familias chilenas tanto en Santiago como en provincia, que por tradición lo celebran no solo por su significado religioso, sino que además porque ese es el día escogido desde siempre para la Primera Comunión de sus hijos.

Es de esperar que estas propuestas que revelan un ideologismo trasnochado no prosperen, y que se mantenga el respeto por tradiciones que forman parte de nuestra cultura cristiana.

Sylvia Soublette