El enfrentamiento liguillero entre Palestino y Santiago Wanderers, que se definirá el domingo, ha traído a colación un tema que de cuando en cuando sale a escena para discusión: la eficacia de una defensa de tres hombres.
Tetracolores y porteños han conformado sus zagas de una manera poco usual por estos días -anacrónica para muchos-, pero con resultados más que satisfactorios. Sus entrenadores, Pablo Guede y Emiliano Astorga, lograron provocar un efecto similar, con las distancias evidentes y lógicas, al obtenido por Van Gaal con Holanda en el Mundial de Brasil: que dicho bloque no sea solo una mera estructura destructora, sino que, también, un gran apoyo en la salida a posiciones ofensivas.
Hay, por cierto, matices entre uno y otro equipo.
Palestino, con Contreras-Lanaro-Díaz, opta por ceder la pelota por el centro, donde Rosende asoma como aduana para que Valenzuela y Valencia sean los que elijan cómo estructurar la jugada ofensiva, ya sea llevando la pelota o haciéndolo en trazos largos y profundos.
En esta dinámica, solo las eventuales salidas de Díaz por la izquierda o las subidas de Lanaro para jugadas puntuales, rompen la monotonía. Pero es solo a ratos. La estructura tiende a mantenerse inalterable, al punto que los centrales de los costados incluso manejan bien el perfil de laterales si es que la ocasión lo amerita.
Lo de Santiago Wanderers es un tanto diferente. El eje Parra-Ezequiel Luna-Prieto es mucho más participativo y variable. De partida, Parra y Prieto hacen alianzas permanentes con los volantes que van por los costados (Schultz y Barriga), mientras que Ezequiel Luna, bastante más contenido que sus compañeros de zaga, tiene una permanente relación de salida con Ormeño. Más allá de él no se proyecta, porque entiende que él es quien fija la posición de todo el colectivo defensivo.
Es cierto que en ambos casos puede haber desencuentros que terminen por bajarle los niveles de brillantez al trabajo de la zaga.
Pero es un riesgo calculado y que nada tiene que ver con la opción elegida.
En los 90, cuando Mirko Jozic impuso en Colo Colo esta misma conformación defensiva, se le trató de anticuado, de poco actualizado, porque en Europa nadie jugaba así.
Pero como se sabe, no era Jozic el equivocado.
Y ahora, a juzgar por lo visto, tampoco los que actualizan un clásico táctico.