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Editorial
Viernes 19 de diciembre de 2014
Gestión de museos nacionales
En el fondo, sin embargo, lo pendiente es una debida prioridad a los museos nacionales, hoy desprovistos del piso presupuestario mínimo para funcionar con eficacia y actualización...
El anuncio hecho por la Presidenta Bachelet de extender el acceso gratuito a todos los museos que conforman la red pública bajo tutela de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, Dibam, fue recibido con beneplácito general por la opinión pública y el mundo cultural. Se trata de una medida que tendrá un impacto simbólico relevante y ayudará a las familias de menores recursos a acercarse a estos espacios que muchas veces son vistos como lejanos. Cabe recordar que el acceso ya era gratuito los días domingo.
La medida motiva a repensar aspectos de la gestión de estos museos más allá del anuncio de la gratuidad en el acceso, especialmente en los llamados museos nacionales, que conforman la tríada más antigua y emblemática de este género de espacios: el Museo de Bellas Artes, de Historia Natural e Histórico. Hoy, bajo la administración de la Dibam, si bien han tenido un mejoramiento relativo en los últimos años, luego de décadas de indiferencia, el despliegue de sus proyectos de desarrollo y enriquecimiento de sus colecciones, con toda la energía que ello requiere, se ve resentido por la poca visibilidad que tienen en el actual diseño administrativo y la nula independencia de sus directores y equipos profesionales.
Al respecto, diversos personeros que han vivido la experiencia de trabajar en estos organismos plantean que su gobierno debiera tender hacia la autonomía económica y administrativa respecto de la Dibam, como una manera de modernizar su gestión. Ya sea a través de la formación de un instituto nacional de museos, según dicta la exitosa experiencia de Brasil o Colombia, que se haga responsable de una política nacional para estas entidades definida en forma autónoma y que desligue su gobierno de los vaivenes políticos; o bien apuntar decididamente hacia la formación de corporaciones de administración privadas sin fines de lucro "con directorios representativos de organismos permanentes de la sociedad vinculados con el patrimonio y la especialización del museo, que administren bienes patrimoniales de propiedad pública", según opina el gestor cultural Arturo Navarro.
Es esta última la figura que se les dio a importantes entidades nacidas en los últimos gobiernos de la Concertación, como el Museo Interactivo Mirador, el Centro Cultural Palacio La Moneda y el Centro Cultural Gabriela Mistral. Las corporaciones permiten la participación activa de toda la comunidad interesada en la preservación y promoción de la riqueza patrimonial chilena, al tiempo que les otorgan mayor visibilidad a los museos.
En el fondo, sin embargo, lo pendiente es una debida prioridad a los museos nacionales, hoy desprovistos del piso presupuestario mínimo para funcionar con eficacia y actualización.