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Cartas
Jueves 18 de diciembre de 2014
EE.UU. y Cuba I
Señor Director:
El desbloqueo de Cuba después de 54 años de congelamiento en sus relaciones diplomáticas y económicas es un tema que me llama directamente, ya que vivo la mitad del tiempo en Miami y he visto las condiciones y necesidades humanitarias de muchos ciudadanos que escapan de la isla en busca de nuevas oportunidades.
Es por esto que el anuncio de Barack Obama y Raúl Castro, de que sus países comienzan una nueva etapa de relación, es un tema que aplaudo personalmente.
Una buena noticia, auspiciada por la mediación del Papa Francisco y por la intención de ambos países de cerrar el desgaste obvio después de décadas de aislamiento.
Un punto importantísimo además para Obama, que con esta vuelta de timón cierra un ciclo complicado de su mandato y se anota en los anales de la política externa de su país, como el Presidente que logró recuperar las relaciones con la isla, rotas en 1961. Tal como hace varias décadas lo habría hecho su antecesor Richard Nixon con China.
Dieciocho meses de negociaciones se necesitaron para llegar a los primeros acuerdos entre ambas naciones. Queda un camino largo por recorrer para definir cómo será el mapa de estos países los próximos 50 años. Y que las intenciones pasen a ser hechos concretos en temas de política exterior: restricciones a los viajes y el comercio entre EE.UU. y Cuba, así como a las remesas que reciben los cubanos desde territorio estadounidense. Los derechos para los cubanos ilegales y el cómo se articulará esta nueva relación entre ambas naciones.
La liberación de Alan Gross, en cautiverio en Cuba hace cinco años por parte de Castro, y del agente Antonio Guerrero y los oficiales Ramón Labañino y Gerardo Hernández, detenidos hace más de veinte en el país del norte, fueron parte de las monedas de cambio en esta negociación que se vislumbraba desde que Raúl Castro asumió la presidencia de Cuba.
Hoy ya es un hecho. Cuando todavía cientos de familias paquistaníes lloran la muerte de sus hijos, era una noticia que el mundo realmente necesitaba escuchar.
Débora Calderón Kohon