Señor Director:

El reciente éxito de ventas de "Detrás del muro", de Roberto Ampuero, y su reciente exposición en el Encuentro Nacional de la Empresa, han dado origen a una indesmentible campaña de críticas.

En "El Mercurio" del sábado pasado, Mauricio Electorat se suma a ellas a través de un artículo en el que aborda derechamente la cuestión de fondo de este debate: el atrevimiento de un escritor hoy "políticamente incorrecto" para describir, a partir de su propia experiencia, su horror respecto de la manipulación de la vida humana bajo los llamados socialismos reales.

Antes de abrir fuego, nuestro polemista se dice asaltado por una pregunta: ¿Por qué en Chile no ha habido un escritor de derecha que ocupe un lugar central?, interrogante que debemos agradecerle todos quienes hemos podido apreciar -por la vía de la comparación- el éxito de tantos escritores o músicos "políticamente correctos", aun cuando muchas veces les cueste probar su talento.

Afortunadamente, Mauricio Electorat se responde a sí mismo, y con una destacable honradez intelectual cita a diversos escritores y su triste final: el francés Brasillach, fusilado luego de la Segunda Guerra Mundial por "inteligencia con el enemigo"; Ezra Pound, considerado el mayor poeta del siglo XX, encerrado en una jaula; Borges, anatemizado y privado de un merecido Nobel, y en nuestro país, el poeta Braulio Arenas, primero víctima de crueles ataques y luego condenado al más injusto de los olvidos.

No obstante, el meollo de la respuesta está en otro lado: el contribuir con elogios, complicidades o silencios frente a las dictaduras de izquierda fue siempre muy bien gratificado por los más grandes aparatajes comunicacionales del siglo XX. Los escritores favorecidos tenían asegurada prensa, viajes, tribuna, elogios, ser publicados hasta en búlgaro o rumano, y fotografías o artículos de prensa a lo largo y ancho del mundo. Este fenómeno se ve reflejado con toda claridad en el culto insano a Stalin o Fidel Castro durante décadas, pese a la ancha estela de sangre que dejaron a su paso.

Tal vez debiera terminar con un consejo: si usted ama la cultura y junto a ello tiene ideas de derecha, ocúltelo; se evitará críticas permanentes, que apuntarán directamente a destruir su imagen. Si, por el contrario, es de izquierda, difúndalo, pues saldrán hasta de las sombras manos a ayudarlo en un coro de halago a sus talentos, merecidos o no.

Cristián Jara Taito
Abogado