Con Palestino y Wanderers los grandes momentos se dan de vez en cuando. No tienen sus campañas el vértigo imperioso por los títulos que impulsan a otros. Sus banderas no están llenas de estrellas, pero sus recuerdos acumulan tantas páginas como las de aquellos a los que llaman grandes. Porque también son grandes. Con menos títulos, pero grandes.
Siento un gran cariño por los dos clubes que hoy comenzarán su lucha por volver a la Copa Libertadores, aunque la Sudamericana no es un consuelo menor.
El Wanderers de 1958 es uno de los episodios más hermosos y vibrantes del fútbol chileno.
José Pérez, el "Gallego", astro en Argentina y en Francia, llegó como entrenador a Chile en 1947, dirigió a Wanderers en 1949, estuvo dos años y volvió en 1956. A lo suyo: a trabajar con los chicos. Llegó a 1958 con un equipo formado mayoritariamente por jugadores de la región. El club podía contar con una gran cantera. En 1955 llegaron a probarse seiscientos niños; en 1956, mil; en 1957, setecientos. Buen material para un trabajador incansable como era él.
Unos años después de aquel título, pero todavía fresco el recuerdo, pude compartir con el notable entrenador y un grupo de jugadores entre los que había varios campeones. Entre ellos, Jesús Picó, de risa fácil y respuestas prontas. Fue en el "American Bar" famoso. No lo olvidaré jamás. Por la compañía y por una vedette gordísima que movía una delantera descomunal como si fueran sus dedos y que me extendió su diestra para que le sacara el guante negro que le llegaba al codo. No sé cuánto me demoré ni de qué tono de rojo estaba mi cara.
Con efecto retardado, celebré también con el Decano.
Tampoco olvido muchos momentos de Palestino.
Estuve en la vieja casona de Santo Domingo mucho antes de que empezara la gran fiesta de la entrega de los Premios "Amador Yarur Banna". Mi hermano Mario había dejado con el título a la Católica de 1954 y llegaba al mismo cargo a Palestino: la Gerencia, también para ser campeón. (¿Habrá sido por eso que José "Pechito" Della Torre me seleccionó para alguna infantil del club? En una de esas...).
Lo importante para mí es que ahí, en los inmensos salones del club, conocí a Hugo Tassara, aquel notable profesor y entrenador, teórico de fuste, campeón con Colo Colo y una bellísima persona.
Fue poco después del Mundial de 1958 cuando el profesor Tassara me enseñó los fundamentos del 4-2-4. "Mira, estas son las 'yuntas': el central y el líbero, el 6 y el 8, el 9 y el 10". Claro, hoy ya no son los nombres ni los números de los puestos (ni es el 4-2-4, que fue casi una ilusión del fútbol, solo encarnada por Brasil). Me enseñó mucho Hugo Tassara, mucho más de lo que aprendí. Un día se fue a Costa Rica, donde tan apreciados eran los maestros chilenos, y allá escribió muchos libros de táctica y sistemas, algunos de los cuales recibí.
En fin. Yo quisiera que esta noche ganen los dos.