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Editorial
Miércoles 17 de diciembre de 2014
Tensiones en Desarrollo Social
El tema social aparece preterido por las reformas estructurales que impulsa el Gobierno.
Una encuesta periodística llevada a cabo por "El Mercurio" entre los parlamentarios de la coalición política gobernante reveló que ellos esperan un pronto cambio en el gabinete ministerial. La mayoría de esos parlamentarios respondió las interrogantes que se les formularon y señalaron quiénes deberían, a su juicio, ser reemplazados en sus funciones ministeriales. Encabezó la lista la ministra Fernanda Villegas, titular de Desarrollo Social, lo que no produjo demasiada sorpresa, por cuanto su nombre ha aparecido repetidamente entre aquellos secretarios de Estado que no se han destacado públicamente en el desempeño de sus funciones.
Varias críticas de sus correligionarios se repiten una y otra vez, pero posiblemente pesa en ellos la falta de reconocimiento público a la ministra, su baja presencia mediática y las fallas de coordinación que se registran en su ministerio. Se trata de una repartición que cumple tareas muy sensibles para la población y, por tanto, para el Gobierno, puesto que desde ahí se despliega la red de apoyo para los más vulnerables, se coordina la entrega de bonos y se trabaja con sectores de escasos recursos, además de los jóvenes, los discapacitados, los adultos mayores y los indígenas. Si estas tareas no lucen, por mucho que se estudien, se analicen e incluso que se mejoren, no logran transmitir la preocupación de las autoridades ni satisfacer a la gente.
Algunas de las tareas concretas que se esperaban de este ministerio se han venido postergando. La encuesta Casen, que estaba originalmente planificada para el mes de julio, aún no se da a conocer, lo que le restará valor por su pérdida de actualidad. La Ficha de Protección Social, muy relevante para resolver quiénes deben recibir subsidios, programada para noviembre, aún no está lista. El cambio del reglamento para la consulta indígena que dispone el convenio 169 tampoco ha avanzado, pese a que está resultando urgente para destrabar inversiones y dar seguridad jurídica a los potenciales inversionistas. Si bien algunos de estos proyectos pueden tener complejidades importantes que requieren tiempo, es el cambio en las fechas lo que genera un alto grado de incertidumbre y desconfianza en las capacidades del ministerio por conseguir los avances a la velocidad requerida.
La antigua Oficina de Planificación Nacional, Odeplan, y su sucesor, Mideplan, parecen haber tenido más relieve y haber sido más considerados que el Ministerio de Desarrollo Social, al menos en su estado actual. La ministra, militante del Partido Socialista, no se inscribe en ninguna de las corrientes internas, y por eso no ha recibido un respaldo como el de otros secretarios. Sus explicaciones, que aluden a la falta de conocimiento de los parlamentarios del difícil trabajo que se realiza en ese ministerio, no aportan muchos antecedentes.
Lentamente, el tema social va pasando a un segundo plano. Esto no puede atribuirse simplemente a la persona de la ministra, sino más bien a las preocupaciones que ha resuelto relevar el Gobierno. Con pocos proyectos que despierten el interés de los demás miembros del gabinete y de los parlamentarios, no le han hecho fácil la tarea a la secretaria de Estado, sino, más bien, se la han obstaculizado. Quizás la principal crítica que se le pueda hacer a ella es que no haya logrado detener el deterioro que le ha impuesto al tema social el plan de gobierno ocupado en las reformas estructurales.