Existe un buen restaurante en Vitacura llamado Cevichela, de corte informal y buena cocina. Entre los cebiches y chelas que le dan su nombre, la carta incluye otros platos peruanos y de cocina nikkei que han sido testeados con éxito entre sus comensales. Tal vez por eso han abierto una filial en Las Condes, entrada Quinchamalí, en un pequeño local encumbrado que ha conocido múltiples proyectos culinarios.
Como lleva poco tiempo abierto se podría hablar de que está en "marcha blanca", un término utilizado para decir que están en rodaje. Pero, a la luz de algunas evidencias, lo de blanco es, en su caso, más bien oscuro.
Primero, muchos packs de cerveza a la entrada, lo mismo que cajas con los insumos vegetales para la cocina. La música, un mix de bachata, a un volumen intolerable. Y para rematar esta primera escena, los cubiertos y la mesa con polvo y el mozo con su ropa realmente sucia, como si hubiera estado maestreando.
Maíz cancha para picotear y dos vasitos con rica leche de tigre, antes de las dos entradas. Primero, un cebiche De mi barrio ($7.300), desabrido y con poca cebolla. Chico para el precio. De reineta, con unos aros de calamar fritos. Y junto a este plato, unos tequeños ($6.500), tubos de masa frita y rellena de distintas opciones. Se pidió con ají de gallina. Sabrosos, pero un par de ellos venían algo desguañangados y abiertos.
La música, bien de radio AM, ya había bajado de volumen.
A continuación, un plato clásico: lomo saltado ($8.900), con su correcto arroz, pero con trozos de carne demasiado grandes y secos. Costó el mastique, lo mismo que disfrutar unas papas fritas con cero sal. Con el otro plato, el que venía con tres trozos de atún sellado con sésamo ($8.900) la cocinada fue la ideal, pero el risotto con "salsa de asado" estaba más blando de lo obligado, y en la carta decía "bañado en salsa de coco y piña", siendo que lo que llegó fue una cucharita al costado con un puré en el que se percibía más coco que nada.
Después de estos sabores algo frustrantes, costó que llegara la cuenta. Y era la única mesa (hubo otra, pero ya se habían ido). Pero eso no fue lo único. El remate fue esperar cerca de quince minutos más, porque no tenían cambio y tuvieron que ir a un local vecino a agenciarlo.
Para cerrar esta "marcha negra", hubo que exigir la boleta.
Las Condes 14141, 2 22159763.