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Editorial
Jueves 27 de noviembre de 2014
Tranques en el Norte Chico
Hay que preservar la poca agua de lluvia que cae, pero la situación futura de la agricultura zonal depende en mayor medida de la racionalización del consumo hídrico...
Ante la dramática sequía que vive la zona agrícola del Norte Chico, el ministro de Agricultura está promoviendo una estrategia de construir estanques medianos, pequeños e incluso prediales para almacenar el agua necesaria para la agricultura de la zona. La autoridad pretende crear 400 de estos pequeños reservorios durante el gobierno actual, usando recursos públicos y privados, los que serían un complemento a los grandes embalses que se han construido en el pasado y que hoy están secos.
La idea es interesante y merece apoyo, pues es un hecho que la zona se está desertificando cada vez más. Los glaciares que contribuían durante el verano a mantener el flujo de los ríos están desapareciendo. Como lo muestra la experiencia de los grandes embalses de la zona, esa inversión no es productiva si no llueve. Desde comienzos del siglo XX hasta mediados de la década pasada, la baja de las lluvias ha sido de aproximadamente un 40% en La Serena, y al incluir la última década, el descenso en las precipitaciones es mayor.
Es importante preservar la poca agua de lluvia que cae, pero la situación futura de la agricultura zonal depende en mayor medida de la racionalización del consumo hídrico en este ámbito productivo. El flujo de agua en un año promedio no parece ser suficiente para abastecer a toda la agricultura de la zona. Es posible que haya un margen para reducir el consumo de agua en estas faenas aumentando el microrriego, pero se debe notar que la región ya es una usuaria intensiva de estas prácticas.
En el último censo agrícola -lamentablemente, la información es atrasada por corresponder a 2007- el 62% de la superficie regada en la III Región usaba microrriego, y la cifra equivalente en la IV Región es del 47,7%. No hay información de cuántos agricultores han invertido en esta tecnología desde 2007. Dados los altos valores de los derechos de agua y la persistente sequía, muchos otros productores deben haber realizado la conversión. Es difícil, por lo tanto, determinar si hay margen para que mediante el cambio tecnológico, se reduzca el consumo de agua en estas labores a niveles sustentables en el largo plazo.
Uno de los problemas de la zona es que en el pasado se entregaron derechos de agua en exceso, alentando un desarrollo agrícola inicialmente rentable. Se estima que los derechos son varias veces superiores a la disponibilidad de agua en años normales. Esto explica el hecho de que se deba bombear agua de napas cada vez más profundas, pues la recarga natural de los acuíferos no es suficiente para recuperarlos. Eventualmente, las mayores profundidades harán inviable la extracción de agua debido a su costo energético (además de secar la vegetación nativa, cuyas raíces no alcanzan las napas).
El aumento de la aridez alcanza también a la Zona Central, que pronto debería comenzar a invertir en una política del tipo esbozado por el ministerio. Afortunadamente, este ha sido enfático en señalar que los actuales derechos de agua se preservarán, ya que de otra forma sería difícil asegurar las inversiones para estanques prediales como promueven las autoridades.
En suma, las propuestas del ministerio son interesantes y debieran ser viables, pero aun así, no es posible descartar que la zona del Norte Chico deba reducir la extensión de su agricultura en el futuro, para hacerla más sustentable, y reducir el riesgo hidrológico que enfrenta.