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Cartas
Jueves 27 de noviembre de 2014
Homoparentalidad
Señor Director:
Los representantes de la Fundación Iguales, en cartas del 18, 22 y 24 del mes en curso, insisten en que estaría demostrada "científicamente" la "no diferencia" entre hijos criados en hogares homo y heteroparentales. Pero en rigor, lo único que sería legítimo afirmar es que hay estudios que avalan esa hipótesis y que algunas sociedades científicas se han hecho eco de ellos.
A lo primero habría que responder que existen otras investigaciones con conclusiones opuestas (Sarantakos, 1996, 2000; Brown, 2004; Manning, 2004; Regnerus, 2012). En cuanto a lo segundo, no hay que olvidar que las "declaraciones" no son inmunes a las influencias políticas. Baste recordar el distinto contenido de los documentos sobre el uso político de la psiquiatría, publicados por las respectivas sociedades científicas rusas antes y después de la caída del Muro de Berlín. El asunto es entonces complejo y polémico y se requerirán muchas investigaciones futuras para aclararlo.
Mis contradictores cuestionan el extenso trabajo de Regnerus, tanto por la metodología como por el origen del financiamiento: una fundación "conservadora". Lo primero se puede discutir; lo segundo, en cambio, es un prejuicio. A mí no se me ocurriría pensar que los estudios pro "no diferencia" se realizaron sin la debida objetividad, a pesar de la existencia de una revisión crítica de las 59 publicaciones en las que se basó el informe de la American Psychological Association (APA), efectuada por Loren Marks, de la Universidad de Louisiana (Social Science Research 41: 735-751, 2012), algunas de cuyas conclusiones intentaré resumir:
1) El 77% de los estudios revisados por la APA analizó muestras no representativas, sea por el número insuficiente de casos o por la falta de diversidad en lo que a origen étnico y nivel socioeconómico se refiere.
2) El 41,1% de los estudios carece de grupo control y, cuando lo hubo, este estaba compuesto mayoritariamente por familias monoparentales y se sabe que los niños criados en ellas muestran desventajas respecto de los de familias biológicas intactas (Moore y col., 2002; Wilcox y col., 2011).
3) Los estudios en que se basa el informe de la APA no investigan la evolución hasta la adultez, edad en que más problemas presentan quienes provienen de familias en algún sentido atípicas (Wallerstein y col, 2001).
4) Hay estudios, como los de Sarantakos (1996, 2000), que contradicen abiertamente la "no diferencia" sostenida por la APA. Este autor no solo entrevistó a los padres, sino también a los niños, a sus profesores y a un grupo control de familias de convivientes heterosexuales. El resultado es que los niños criados en hogares tradicionales mostraban mejores puntuaciones en todos los ítems medidos.
Por último, cabría recordar que las ciencias sociales no son exactas, pero sí abiertas: siempre cabe una nueva interpretación sobre los fenómenos humanos que enriquece o aclara la anterior, porque, como dice el filósofo Gadamer (1960), somos seres históricos y como tales nunca llegaremos a completarnos ni se agotará el sentido de nuestra existencia. Y así es posible que a raíz de nuevas investigaciones yo me termine convenciendo de las bondades de la homoparentalidad o que los representantes de la Fundación Iguales lleguen a aceptar que no hay mejor hogar para un niño que aquel donde hay un papá y una mamá.
Dr. Otto Dörr
Academia de Medicina del Instituto de Chile
Centro de Estudios de Fenomenología y Psiquiatría
UDP