Señor Director:

Carlos Peña aconseja al ministro Eyzaguirre que en la interpelación se concentre solo en responder por qué el lucro, la selección y el copago son malos. Le recomienda que explique que la reforma no es un "asalto utópico" ni una "ofensiva ideológica", sino que solo restaura la fisonomía del modelo histórico de la educación chilena que hubo hasta 1973, mixto y con predominancia estatal en todos los niveles.

Si así fuese, si la reforma es solo una mirada nostálgica de un pasado que no mueve a orgullo, educación gratuita, de regular calidad y solo para una élite, es bastante poco lo que la reforma puede ofrecer. Con todo, Carlos Peña avanza posibles argumentos. No al lucro, porque la educación no se funda solo en la utilidad. Es cierto, pero no hay razones para prescindir de ella.

El criterio para juzgar si una institución es justa o buena, si un colegio donde sus sostenedores obtienen una justa retribución por su trabajo es conveniente o no para la sociedad, no es otro que el valor agregado de lo que hacen. Y en esto hay que dar algún crédito a la evidencia: los colegios bajo supuesto lucro obtienen, en el margen, mejores resultados en el Simce, que los públicos, aun controlando por el factor socioeconómico.

Sobre el financiamiento compartido, la recomendación del profesor Peña es poner énfasis en la segregación que este provoca. Hay que recordar que los padres están dispuestos al copago, pese a tener alternativas gratuitas, porque confían en acceder a una mejor calidad. Y en innumerables casos así ocurre. La evidencia demuestra que los colegios con copago obtienen, en promedio, mejores resultados que los públicos, aún controlando por el factor socioeconómico. Es más, si el problema es que hay acceso restringido por capacidad de pago para algunos estudiantes, la solución es fijar cupos y dar becas y no suprimir la libre voluntad de los padres de hacer contribuciones al financiamiento de su colegio. Es lo que sucede en la educación superior: es un modelo justo y que funciona.

Finalmente, sobre el fin de la selección, el profesor Peña da un argumento que no le va a servir al ministro. Sugiere que se prohíba discriminar, hoy la ley lo prohíbe, pero que se pueda "valorar" el desempeño de los potenciales postulantes a un colegio, mediante pruebas al estilo de la PSU. Pero ello es precisamente lo que hoy hacen muchos colegios para seleccionar, incluidos muchos municipales, y que con la reforma no podría hacerse en el futuro.

Mi recomendación al ministro, más que demostrar la "maldad" de un relevante sector del sistema particular subvencionado, donde además la evidencia no acompaña, es concentrarse en la economía política de los cambios y responder a un solo tema que irrita a padres y sostenedores: ¿por qué colegios particulares que dan una buena educación son estigmatizados sin razones de peso y, en muchos casos, no tendrán espacios para seguir operando y deberán cerrar?

Carlos Williamson B.