Señor Director:
Algunas observaciones a
la última carta de los miembros del directorio de la Fundación Iguales.
Dicen que para un amplio número de investigadores no existe una desventaja "respecto de la orientación sexual de los padres en el desarrollo de los hijos", investigadores cuyos estudios refutarían "categóricamente que haya diferencias en el bienestar psicológico, rendimiento educacional, orientación sexual o identidad de género en los niños nacidos y criados en uno u otro tipo de familia".
Sinceramente no veo cómo los estudios citados puedan avalar la conclusión expuesta, pues no hay ni puede haber niños nacidos "en uno y otro tipo de familia", pues la unión homosexual es esencialmente infértil. La naturaleza ha reservado el don de la fecundidad y, en consecuencia, de la paternidad exclusivamente a la unión entre hombre y mujer. Recordemos que no existe un derecho a tener hijos, y que ellos son, en su condición de personas, un fin en sí mismos y no un simple medio.
Sobre el bienestar psicológico, rendimiento educacional y demás aspectos importantes de la vida de los niños, conviene recordar que para Simonin (Medicina Legal. Jims. Barcelona, 1973) y Cameron (Effects of homosexuality upon public health and social order. Psychol., Rep. 1989) entre homosexuales se dan con mucho mayor frecuencia conductas como alcoholismo, drogadicción, participación en riñas y otras afines, y para Freud, quienes se entregan a la práctica homosexual lo hacen en un porcentaje considerable por imitación (Las Alteraciones Sexuales. Biblioteca Nueva, Madrid, 1987).
En cuanto al hecho de que alrededor del 70% de los niños nazcan y sean criados fuera del matrimonio, conviene apuntar que ellos nacen y son criados de todos modos dentro de una familia (fundada en una unión heterosexual), y que el vínculo de sus padres constituye en los hechos un matrimonio, aunque a veces no se casen por distintas razones (falta de cultura, de medios, etcétera), pues en la práctica guardan fidelidad, viven bajo el mismo techo y en definitiva ejercen los derechos y cumplen las obligaciones que emanan del contrato matrimonial.
En suma, quienes nos oponemos a la llamada "homoparentalidad" no lo hacemos por mero capricho o prejuicios, sino en consideración a antecedentes como los expuestos.
Fernando Ugarte Vial