¡Aquellos años 10 del siglo pasado...! Todo se lo debe el arte contemporáneo. Y centrado, además, en un solo nombre, Marcel Duchamp (1887-1968), el artista más libre, más innovador e influyente hasta hoy. No necesitó sobrepasar la treintena de su existencia, para transformar de raíz el concepto de creación artística. Le otorgó, así, la posibilidad de convertirse en expresión intelectual, en puro ejercicio de la voluntad, de los deseos exclusivos del autor. Para materializarlo hubo de introducir nuevos intermediarios: la imaginería tecnológica, el dibujo mecánico como sustituto de la sensibilidad manual, el azar como expresión del subconsciente, la ironía lacerante, la exaltación de lo fugaz, los juegos verbales, el concepto como protagonista. En fin, la recuperación del arte cual cosa mental y no retiniana, sabiendo obtener de lo no original una originalidad fresca, inmensamente novedosa. Todo eso sin dejar de lado su carrera de jugador internacional de ajedrez. Perteneciente Duchamp a una destacada familia de artistas franceses, escondió a menudo su nombre bajo seudónimos: R.Mutt -para "La fuente", el urinario de 1917- y Rrose Sélavy, su alter ego desde 1920. París y después Nueva York fueron los escenarios de su obra.
Si bien un poco conocido cuadro de 1902 -"Ivonne"- evoca el dinamismo inquieto de Toulouse-Lautrec, en un principio debe considerársele adherente al fauvismo. Pero a través de la pintura cubista produjo los primeros trabajos importantes. Su cubismo emerge, eso sí, íntimamente aliado al futurismo. "Joven triste en un tren" (1911) -lo vimos en Santiago con el envío del Museo P. Guggenheim- y las dos versiones de "Desnudo bajando una escalera" (1912) hacen, pues, de la fragmentación del movimiento y de cambiantes imágenes superpuestas su razón de ser. El último de esos lienzos causó expectación en The Armory Show neoyorquino, exhibición que puso en contacto con USA la vanguardia europea. Ya por entonces comenzaron los estudios para "El gran vidrio", su obra maestra. Asombra la rapidez con que se produce su evolución innovadora. De ese modo, durante 1913 creó su primer ready-made , "Rueda de bicicleta", seguido por un doméstico secabotellas en función de escultura. Con estos objetos vulgares, producidos en serie por la industria, manifestaba su repulsa definitiva al ilusionismo retiniano tradicional, acto fundamental para el advenimiento del muy próximo dadaísmo; y, medio siglo después, para el pop art con sus materiales de desecho.
Más adelante el francés se asoció con el gran fotógrafo norteamericano Man Ray para organizar exposiciones neoyorquinas -alcanzaron a 85- que reiteraban los propósitos de la Armory Show. En los años 20 hizo cine -"Entr´act" con René Clair y Picabia, por ejemplo- y hasta actuó en un filme. Por su parte, 1923 le permitió dar por concluida su obra capital, "El gran vidrio", dibujado con hilos de alambre. El largo y alocado título de este - "La mariée mise á nu par ses célibataires, meme"-, lo mismo que los de otras realizaciones suyas, será paradigma para el surrealismo naciente. Salvo la primera instalación de la historia, "Étant donnés: 1. La chute d´eau, 2. Le gaz d' éclaraige" (1946-1966), con su misteriosa ambigüedad interpretativa, lo medular de su producción estaba ya realizado para la posteridad.
Aunque alrededor de Duchamp, la actual exposición del Museo de Arte Contemporáneo (Parque Forestal) suma también trabajos de dos artistas muy cercanos a él, Man Ray y Salvador Dalí. El primero, desde luego, aporta sus fotografías magníficas en blanco y negro, que rescatan la obra del franco nacionalizado estadounidense. También hay trabajos a dúo, desde un filme estereoscópico de 1920 hasta la realización postrera, "Chimenea anaglifa". De Dalí encontramos tres esculturas: a pedido del propio Duchamp, "Juego de ajedrez" (1964-1971), bronce a partir de los dedos del hispano y de Gala, más los saleros de un hotel como torres; la muy surrealista "Venus de los cajones" (1971); mucho menos interesante, "Mujer subiendo la escalera" -esta una concha marina-, de 1974 y edición de 300 ejemplares.
El progenitor del ready-made prueba en el MAC su interés por la geometría en movimiento, mediante doce rotorrelieves de 1935, más seis aquí en movimiento; se trata de discos impresos con juegos de espirales que operan sobre el ojo del espectador con su giro regular y constante. Sin duda resultan predecesores del arte cinético, tres décadas posterior. Otros testimonios suyos destacadísimos dentro de la muy didáctica exposición son "Boite-en-valise" (1935-1941), original y preciosa caja de cartón con reproducciones en miniatura de varios ready-made , y "Eau et gaz á tous les étages" (1959), libro con fotografías sin color de distintas obras, edición de 137 ejemplares. Llama la atención un autorretrato (1958), donde el rostro de Duchamp se limita a la silueta de su perfil en blanco que penetra la negrura del soporte. Tampoco falta una escultura, "Cast alive" (1967), ensamblaje en ónix, mármol y bronce que unifica brazo y cabeza del artista, pensativo ante el caballo solitario de un ajedrez. Junto a grabados sobre papel con dibujos bastante minimalistas -por momentos hacen recordar los trazos tan simples de Beuys-, un video de 1966 y un extenso filme de 2009 completan del modo más instructivo la exhibición.
"Don't forget"
Valiosa aproximación a la obra magistral de Marcel Duchamp, acá rodeado por la de sus amigos Man Ray y Dalí
Lugar: MAC del Parque Forestal
Fecha: hasta el 18 de enero de 2015