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Editorial
Jueves 20 de noviembre de 2014
Campaña contra el consumo de drogas
Mientras no exista conciencia generalizada respecto del daño a la salud que representa el consumo de marihuana y otros psicofármacos, la sola prohibición resultará insuficiente, y con los conocidos efectos colaterales indeseados.
Este lunes, la comisión de Salud de la Cámara de Diputados aprobó en general -unánimemente y con transversalidad de gobiernistas y opositores- el proyecto de ley que autorizaría el uso medicinal y recreativo de la marihuana. Tras la discusión en particular, se prevé que este eventualmente llegue a debate en sala en diciembre próximo. Si se atiende a la experiencia internacional en Occidente, no se puede descartar que esta iniciativa, en definitiva, consiga respaldo legislativo suficiente como para ser aprobada. Así está ocurriendo ya en un número significativo de los estados de EE.UU. -país de origen de la "guerra contra la droga" declarada por el entonces Presidente Richard Nixon-, y numerosas señales anticipan que algunos sectores de Latinoamérica pueden ir siguiendo similar tendencia.
Quienes se oponen a esta legalización advierten, con evidencias sólidas, que eso abrirá paso a predecibles alzas del consumo, extensiones a otras drogas, daños considerables a la salud de muchos, y a una contradicción en los criterios de política pública, pues las compañías elaboradoras expenderían -con fines de lucro y propósitos recreativos- una sustancia adictiva, mientras, paradójicamente, se impulsa toda suerte de iniciativas a ultranza contra el consumo de tabaco. (Incidentalmente, es curioso recordar que entre los siglos XVI y XX, diversas opiniones le atribuían virtudes terapéuticas a este último.)
Los sectores partidarios de esta opción aducirán que la legalización o fórmula equivalente disminuirá la delincuencia vinculada al tráfico ilegal, porque reducirá el precio de esta droga y, con ello, el interés en ella de los narcotraficantes.
Más allá de la dosis de razón que asista a unos u otros, la más valiosa noticia en esta área es que, según se ha informado, en 2015 comenzaría la primera campaña oficial (desde 2012) contra el consumo de drogas. Esto, como reacción contra el sustancial aumento del consumo, del microtráfico y de los decomisos.
Es vital que Senda asigne máxima prioridad a este proceso de masiva información pública, y lo sostenga en forma enérgica y constante. La práctica muestra que si la prohibición del tabaco en lugares públicos -llevada incluso a los espacios ampliamente abiertos- y demás restricciones al mismo no ha encontrado resistencia significativa, eso cabe asignarlo en grado determinante a que el grueso de la población ya ha asimilado la noción de que es dañino para su salud, y el público mayoritario toma parte activa en hacer que la normativa al respecto se cumpla.
Mientras similar conciencia generalizada no se logre respecto de la marihuana y otros psicofármacos cuyo mayor daño es evidente, la sola prohibición resultará presumiblemente insuficiente, y con los conocidos efectos colaterales indeseados. Al respecto, son decidoras las voces de la Asociación Chilena de Municipalidades y de diversos alcaldes que ha recogido este diario, que pueden resumirse en la importancia de multiplicar la prevención, cuyos componentes capitales y determinantes son, probadamente, la información y la educación, que son los que llevan al convencimiento y a la decisión personal de no consumir.