En el interesante debate entre dos profesores de la UDP,
doctores Dörr y
Salas, se han puesto de manifiesto dos posturas antagónicas en lo que respecta a la homoparentalidad.
Lo importante en esta disyuntiva es definir en quién recae el peso de la prueba. Es decir, ¿es necesario probar, con estudios científicos bien documentados, la no diferencia entre ambos tipos de familia para no prohibir? ¿O demostrar la diferencia en desmedro de un tipo de familia para poder prohibir?
Dörr parece creer que la prohibición sería el estándar, por lo que exige pruebas de la no diferencia, a lo cual apunta prácticamente la totalidad de los estudios en la materia, salvo el polémico estudio del profesor Regnerus. Salas, en cambio, se inclina por exigir argumentos sólidos que eventualmente justifiquen la prohibición, puesto que de lo contrario hay de base una discriminación en contra de un tipo de estructura familiar.
Dörr considera de muy buena calidad el estudio de Regnerus, profesor del Departamento de Sociología de la Universidad de Austin, Texas (2012). Sus estudios han sido ampliamente criticados por la comunidad científica, incluyendo profesores de su mismo Departamento, aunque sus resultados fueron muy bienvenidos por la comunidad contraria a la posibilidad de que hijos sean criados por familias homoparentales.
La principal crítica a este estudio apunta a la metodología utilizada. En lugar de comparar familias homo y heteroparentales en situaciones análogas, comparó familias heterosexuales estables, en las que padre y madre siempre estuvieron casados, con familias de padres separados en las que padre o madre habían tenido alguna relación con una persona del mismo sexo en algún minuto de su vida. Lo que se compara es, finalmente, familias estables con familias inestables. Y, por supuesto, las diferencias en los resultados de los hijos tienen que ver con la estabilidad familiar y no con la orientación sexual de los padres.
La segunda gran crítica al estudio de Regnerus tiene que ver con su falta de independencia. En efecto, la investigación habría sido financiada por el Witherspoon Institute, un think tank ultraconservador, con el claro propósito de hallar evidencia en contra de la fuerte ola de legitimización de las familias homoparentales en Estados Unidos que se ha producido en los últimos años.
Diversas sociedades profesionales, tales como las Asociaciones Americanas de Psicología, Psiquiatría, Pediatría y Trabajo Social, se han pronunciado en esta disyuntiva reiterando lo señalado por la doctora Salas: que la orientación sexual de los padres no influye en los indicadores académicos, sociales y psicológicos de los hijos. Un estudio aislado, cuya metodología e intencionalidad han sido tan cuestionadas, no basta para romper el consenso científico.
En una mirada más amplia, cuando hablamos del ejemplo supuestamente "perfecto" (familias heteroparentales y "bien constituidas"), hablamos de un modelo poco representativo y en progresiva disminución global. Nuevas y distintas estructuras de familia se incorporan a las sociedades de todo el mundo. El debate político y legislativo en curso no busca crear nuevos tipos de familia, sino más bien proteger las ya existentes, siempre pensando en el principio universal del interés superior del niño. Por ello, es necesaria una mirada de futuro, abierta e integradora. No podemos cerrar los ojos, sino descubrir las brechas donde debemos atacar, para ofrecerles a todos los niños, niñas y adolescentes la misma calidad de desarrollo.
Karen Atala;
Emma de Ramón;
Sebastián Gray;
Luis Larraín;
Pablo SimonettiDirectorio Fundación Iguales