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Editorial
Domingo 16 de noviembre de 2014
Decaimiento bursátil
"La agenda de las autoridades debería contemplar con urgencia la revisión de los obstáculos tributarios y normativos para que nuestro mercado bursátil pueda desarrollar todo su potencial..."
Aunque en las últimas semanas los índices bursátiles han registrado cierta alza, a
lo largo del año el panorama del mercado accionario ha sido desalentador: valores con
tendencia a la baja, exiguo nivel de transacciones y total ausencia de nuevas aperturas de
empresas a la bolsa. No ocurría esto último desde el 2001. En cambio, en 2011 y 2012 se
abrían alrededor de cinco compañías cada año, recaudando aportes de capital por más de
US$ 800 millones anuales.
Explicaciones para el decaimiento bursátil hay muchas. Desde luego, en toda América
Latina la desaceleración económica ha ahuyentado a los inversionistas bursátiles. En Chile,
durante el primer semestre, la incertidumbre causada por la reforma tributaria ha hecho
lo suyo. Una vez conocidos sus alcances, la mayor tributación a las utilidades hace que el
financiamiento de las empresas mediante aportes de capital resulte menos conveniente
que el endeudamiento, sobre todo si los intereses están muy bajos. Mientras tanto, los
planes del Gobierno parecen considerar cambios de fondo en el marco regulatorio de
casi todas las actividades económicas, agregando riesgos adicionales a las inversiones
bursátiles.
A los factores económicos señalados cabe agregar que la plaza bursátil ha sido conmovida
por una sucesión de denuncias de abusos de información privilegiada, conflictos de
interés y vulneración de derechos de accionistas minoritarios. Ello puede haber minado la
confianza: por ejemplo, el reputado ranking de "Facilidad de Negocios" del Banco Mundial
nos sitúa ahora detrás de Colombia y Perú en materia de protección del inversionista
bursátil.
Aunque válidos, los factores anteriores no deberían obstruir nuestro desarrollo bursátil.
Estados Unidos y el Reino Unido han atravesado por una megacrisis financiera y al cabo
de dos o tres años ya registraban una pujante actividad bursátil, incluyendo la apertura a
bolsa de nuevas empresas. Escándalos como los ocurridos acá tampoco son infrecuentes
en los mercados más desarrollados. Lo importante ante estos hechos es castigar los ilícitos
detectados e introducir con celeridad las correcciones regulatorias que sean del caso. En
lugar de ello, en Chile solemos dejarnos arrastrar a una razzia antiempresarios y a sumir a
los mercados en toda suerte de controles paralizantes o contraproducentes.
Diez o veinte años atrás, Chile parecía encaminado a constituirse en la principal plaza
financiera de la región. Ello le habría permitido aprovechar su amplio mercado de
capitales para financiar no solo a las empresas nacionales, sino también a las de países
vecinos. Pese a los esfuerzos desplegados -como el Mercado Integrado Latino Americano
(MILA), la cooperación con las restantes bolsas de la Alianza del Pacífico-, hasta ahora esa
oportunidad no ha sido bien aprovechada. La agenda de las autoridades del sector debería
contemplar con urgencia la revisión de los obstáculos tributarios y normativos para que
nuestro mercado bursátil pueda desarrollar todo su potencial.