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Viernes 07 de noviembre de 2014
"Nicolás tiene dos papás"
Señor Director:
En respuesta a mi carta del viernes 31 de octubre, ni el profesor Salas, ni el señor Vergara o el Dr. Dörr aportan evidencia científica que demuestre que un niño no debe ser criado dentro de una familia homoparental. Al respecto, es importante recordar el reciente fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso Atala Riffo y niñas versus Chile (2012), el cual consideró al Estado de Chile responsable por la violación del derecho a la igualdad y la no discriminación consagrado en la Convención Americana de DD.HH., precisamente por haber negado la tutela de sus hijas a la señora Atala, por su condición sexual.
La homoparentalidad ha estado siempre presente, ya sea a partir de una relación heterosexual (como en el libro "Nicolás tiene dos papás"), utilizando técnicas de reproducción asistida o adoptando. Sobre este mismo tema, el documento oficial del Comité de Ética de la Sociedad Americana de Medicina Reproductiva (Fertility and Sterility 2009; 92:1190-93) concluye que los argumentos éticos que apoyan la negativa para acceder a servicios de reproducción asistida según el estado marital de las parejas o por la orientación sexual, no pueden ser justificados. A su vez, la Asociación Americana de Psicología tiene un grupo de estudio sobre familias de un mismo sexo, en cuyas conclusiones hace ver que luego de tres décadas de investigación han podido mostrar que los niños criados en familias homoparentales tienen igual salud mental que aquellos criados en familias heterosexuales. Las mismas conclusiones fueron obtenidas por el grupo de Cambridge en el Reino Unido. Tampoco existe evidencia alguna que muestre que los hijos de familias homoparentales tienen un comportamiento sexual distinto al de su género biológico: entre ellos hay jóvenes hetero y homosexuales, de igual manera que en el resto de la población. Me parece que el principal problema surge de nuestro desconocimiento del tema y, por sobre todo, de nuestros propios prejuicios.
Sofía Salas Ibarra
Programa de Ética y Políticas Públicas en Reproducción Humana
Universidad Diego Portales
En respuesta a mi carta del viernes 31 de octubre, ni el profesor Salas, ni el señor Vergara o el Dr. Dörr aportan evidencia científica que demuestre que un niño no debe ser criado dentro de una familia homoparental. Al respecto, es importante recordar el reciente fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso Atala Riffo y niñas versus Chile (2012), el cual consideró al Estado de Chile responsable por la violación del derecho a la igualdad y la no discriminación consagrado en la Convención Americana de DD.HH., precisamente por haber negado la tutela de sus hijas a la señora Atala, por su condición sexual.
La homoparentalidad ha estado siempre presente, ya sea a partir de una relación heterosexual (como en el libro "Nicolás tiene dos papás"), utilizando técnicas de reproducción asistida o adoptando. Sobre este mismo tema, el documento oficial del Comité de Ética de la Sociedad Americana de Medicina Reproductiva (Fertility and Sterility 2009; 92:1190-93) concluye que los argumentos éticos que apoyan la negativa para acceder a servicios de reproducción asistida según el estado marital de las parejas o por la orientación sexual, no pueden ser justificados. A su vez, la Asociación Americana de Psicología tiene un grupo de estudio sobre familias de un mismo sexo, en cuyas conclusiones hace ver que luego de tres décadas de investigación han podido mostrar que los niños criados en familias homoparentales tienen igual salud mental que aquellos criados en familias heterosexuales. Las mismas conclusiones fueron obtenidas por el grupo de Cambridge en el Reino Unido. Tampoco existe evidencia alguna que muestre que los hijos de familias homoparentales tienen un comportamiento sexual distinto al de su género biológico: entre ellos hay jóvenes hetero y homosexuales, de igual manera que en el resto de la población. Me parece que el principal problema surge de nuestro desconocimiento del tema y, por sobre todo, de nuestros propios prejuicios.
Sofía Salas Ibarra
Programa de Ética y Políticas Públicas en Reproducción Humana
Universidad Diego Portales
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