Las posibles incorporaciones de Mauro Zárate y Leo Ulloa a la selección plantean interrogantes que deben analizarse cada una en su justo mérito.
Empecemos. ¿Es realmente impresentable, fuera de toda lógica, atentatorio contra los sentimientos patrios que dos jugadores argentinos jueguen por Chile?
No, nada de eso.
Tanto Zárate como Ulloa, de acuerdo con las leyes que imperan, tienen derecho a adoptar la nacionalidad chilena. Muchos hacen ese trámite para lograr residencia, hacer negocios o simplemente cumplir un deseo personal. Y nadie los cuestiona.
En el ámbito del fútbol, la situación no es para nada desconocida. Los alemanes, por ejemplo, lucen con orgullo a Klose como máximo anotador en los mundiales, pese a que nació en Polonia. Francia tuvo al muy argentino Trezeguet en su plantel campeón del mundo en 1998 y los italianos al también trasandino Camoranesi en Alemania 2006. No es algo especialmente ajeno a la lógica de la globalización imperante.
Darle por el lado de que Zárate y Ulloa deben conocer Chile como conocen Sri Lanka tampoco debería ser tema. Si bien los grandes aportes extranjeros que alguna vez jugaron por la Roja tuvieron una trayectoria previa en el país, que los avaló -Spedaletti, Fabbiani y Vargas- el apego territorial no siempre ha sido una exigencia. Basta con pensar en Marcelo Bielsa cuando asumió en la selección (jamás había trabajado en Chile). Se dirá que no jugaba. Es cierto. Pero no se recuerda a nadie que le enrostrara que se pusiera la camiseta con el escudo y los colores chilenos cuando estaba en la banca dirigiendo a Chile.
Por último, si el argumento para encontrar "desastrosa" esta posibilidad es una simple consideración nacionalista, no tiene cómo sustentarse, porque no hay que olvidar que la selección representa al fútbol chileno, a la federación que está en la FIFA y no al país. Los valores patrios, la identificación con la tierra, nunca han estado en juego en una cancha.
El tema también abre otro cuestionamiento, pero ya desde el punto de vista futbolístico. ¿Por qué Sampaoli opta por aprovechar esta franquicia legal-reglamentaria? ¿Qué lo motiva?
La respuesta obvia es que lo hace porque sinceramente piensa que puede potenciar a su equipo de cara a los desafíos que debe enfrentar en los próximos años.
O sea, ¿no existen en Chile, o entre los chilenos criados en el país, quienes puedan cumplir funciones específicas en la Roja?
Ahí el debate se abre. Zárate es un delantero de nivel internacional, que se mueve inteligentemente en todo el frente de ataque, es goleador y un interesante lanzador de tiros libres. Ulloa es menos talentoso, pero cabecea. No deja de ser un plus, pero ¿no hay jugadores en Chile o que se forjaron aquí que puedan igualar esas condiciones o equipararlas con otras virtudes? ¿Pinilla, Canales, Castillo, Henríquez o Paredes no tienen nada que ofrecer?
Eso es lo que uno se puede cuestionar profundamente. Pero es parte de un debate futbolístico. Que es donde debe focalizarse este tipo de decisiones.