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Editorial
Jueves 30 de octubre de 2014
Acortamiento de carreras universitarias
La experiencia internacional indica que tanto la nivelación como la especialización no debiesen ser incluidas en el pregrado, pues postergan el egreso de los estudiantes, retardando su inserción laboral y elevando los costos de la formación universitaria...
La Universidad Católica decidió acortar en un año la extensión de la carrera de Medicina, permitiendo -desde la admisión del 2015- que los estudiantes terminen tras 12 semestres de estudio. Esta medida obedecería a cambios en el contexto en el cual se van a desempeñar los médicos, al tipo de pacientes y tratamientos, como también a la creciente demanda por la especialización, lo que implica menor necesidad de abordar en profundidad todas las áreas.
Para los decanos de las otras 22 facultades de Medicina del país -considerando el liderazgo que ostenta la Universidad Católica-, la medida es un desafío que los obliga a repensar sus mallas curriculares de acuerdo a sus propias realidades, docentes y estudiantiles, así como a sus respectivos proyectos educacionales.
El acortamiento de la carrera de Medicina -que incluyó eliminar cursos en los primeros años y reducir el tiempo del internado- no es la excepción. Previamente, esta universidad rediseñó los currículos de Ingeniería, Educación de párvulos, algunas pedagogías y Arquitectura, de manera de evitar una excesiva prolongación de la estada de los alumnos en la universidad, lo que se traduce en elevados costos tanto para los estudiantes como para la institución.
De acuerdo con investigaciones del Ministerio de Educación, siete de cada 10 jóvenes chilenos estudian una carrera que dura más de cuatro años, elevando el promedio de estudios universitarios a 6,3 años. En los países de la OCDE es dos años menos. Al respecto, Europa hizo importantes esfuerzos a través del Pacto de Bolonia, que permitió ajustar los programas de pregrado a cuatro años, logrando una mayor articulación con los posgrados, programas donde se consigue la especialización.
Diversas autoridades han planteado la necesidad de reducir la extensión de las carreras universitarias. De hecho, el ex ministro Beyer impulsó un estudio al respecto en el seno del Consejo de Rectores y el actual secretario de Estado del ramo también ha manifestado su preocupación por la excesiva duración de los programas. Sin embargo, todavía se exige como requisito para postular a ciertos cargos públicos haber cursado 10 semestres en alguna institución de educación superior.
Debido a la desigual formación escolar, muchas universidades incluyen en sus mallas curriculares -durante los primeros semestres de estudio- una serie de cursos remediales para conseguir una nivelación en los conocimientos que manejan los estudiantes y -hacia el final del programa- se añaden materias que más bien obedecen a una especialidad propia del posgrado. La experiencia internacional indica que tanto la nivelación como la especialización no debiesen ser incluidas en el pregrado, pues postergan el egreso de los estudiantes, retardando su inserción laboral y elevando los costos de la formación universitaria.
La iniciativa de la Universidad Católica, en una de las áreas más exigentes del ámbito universitario, plantea en lo particular un desafío para las facultades de Medicina y, en lo general, debiera inducir un análisis de las estructuras curriculares hoy ofrecidas por el sistema de educación superior.