De las muchas conclusiones que dejó la disputa del Superclásico entre Colo Colo y la U, jugado el fin de semana pasado en el Monumental, hay una que quizás sea las más interesante desde el punto de vista de la discusión futbolera: los esquemas no son representaciones totales de los idearios estratégicos.
No es algo que sea fácil de explicar o entender.
Se supone que cuando un entrenador dispone tácticamente a su equipo de una forma, entrega señales claras de sus intenciones para enfrentar un partido . Así, jugar con un 4-3-3 parece distinto a hacerlo con un 3-5-1. La simple visualización indicaría que en el primero de los sistemas hay intención de acentuar el peso ofensivo copando la línea de vanguardia con delanteros y, en el otro, el objetivo sería pelear derechamente por la posesión de pelota con la profusa presencia de volantes.
Pero en rigor, no hay siempre correspondencia matemática en estas materias.
La U de Lasarte -la que jugó ante Colo Colo, específicamente- es un buen ejemplo.
Si bien el DT uruguayo, contrariamente a lo que se había especulado en la semana, mantuvo en ese partido la tríade de delanteros para enfrentar a los albos (Ubilla-Canales-Rubio) potenciada con la presencia de un "enganche" clásico (Fernández), el devenir del juego dejó expuesto que la intención estratégica de la banca no era un ataque desenfrenado, sino que lograr que sus atacantes fueran la primera valla de contención para la salida del rival.
Por cierto que la meta no se logró.
La U se encontró con un rival que también "mintió" con respecto a su esquema porque la que se suponía sería una conservadora línea de cuatro en el fondo se convirtió, desde temprano, en una agresiva línea de tres con dos zagueros sobre los externos rivales (Vilches y Barroso), y un volante como "cabeza de área" (Pavez), controlando a Canales y patrullando el sector medio, que permitieron que los laterales pudiesen soltarse alternamente, provocando superioridad alba en el mediocampo donde ganaron por lejos a su rival.
La U también denunció -con la reubicación de Guzmán Pereira- la intencionalidad de conexión con Fernández por el medio, para que Martínez pudiese recostarse según fuera la salida de la U (preferentemente por la izquierda, porque se suponía que Suárez por ese sector tendría menos posibilidades de descolgarse).
El problema para los azules fue que la dupla alba Valdés-Vecchio cortó esos circuitos. Obligó a los volantes azules a intercambiar marcas de acuerdo a los movimientos de los volantes colocolinos, y ello dejó a Fernández sin contacto con el balón y con posibilidades mínimas de habilitación a los delanteros.
Por cierto que al analizar el triunfo albo hay otros muchos factores que hay que tomar en cuenta (los niveles individuales fueron tremendamente diferentes entre ambas oncenas), pero la elección a aprender y tener en cuenta es que los dibujos y los esquemas poco tienen de relevancia si en la cancha se pinta un cuadro diferente.