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Editorial
Viernes 24 de octubre de 2014
Preservar y armonizar
Como muchas grandes urbes, Santiago tiene el gran desafío de acoger el progreso propio de cualquier gran ciudad moderna que alberga a millones de habitantes, sin descuidar la progresiva demanda por acceso a una mejor calidad de vida urbana...
La Municipalidad de Vitacura puso en marcha un plan de reducción de la velocidad -a 30 kilómetros por hora- en cinco sectores de la comuna, de manera de preservar el carácter residencial de ciertas zonas, privilegiando al peatón y al ciclista. La iniciativa -que se enmarca dentro del Plan Maestro Vial que actualmente analiza el concejo municipal- implicará una serie de modificaciones que conllevan una demarcación especial de estos sectores denominados "zonas 30", el ensanche y la continuación de las aceras para facilitar el cruce de calles y obligar a reducir la velocidad de los vehículos, el estrechamiento de calzadas para disminuir las opciones de estacionamiento y el aumento de los kilómetros de ciclovías.
La medida -que fue aplaudida por el ministro de Transportes- puede constituir un interesante modelo inicial a imitar por otras comunas, pues permite un ordenamiento vial en el cual se orienta el tránsito vehicular hacia las arterias mayores para lograr mejor conectividad, dejando ciertas áreas protegidas del tráfico intenso, de manera de procurar y fomentar la vida de barrio y -a la vez- desincentivar el uso del automóvil. Experiencias similares han sido exitosas en diversas ciudades europeas.
Crecientemente, las autoridades edilicias están promoviendo -directamente o con consulta a la opinión de los vecinos- medidas orientadas a conseguir un mejor aprovechamiento del entorno urbano por parte de sus residentes y en concordancia con la vocación de los distintos espacios públicos existentes en sus comunas. Sin embargo, parece prudente que estas iniciativas sean acompañadas de una coordinación más global de la ciudad, pues Santiago debe ser más que la suma de diversas comunas, para lo cual es preciso que se complemente su carácter unitario fundamental con las necesidades propias de cada comuna. Particularmente importante resulta la coordinación que al respecto realicen las autoridades centrales en materias sensibles, como la expansión urbana, el transporte público y la preservación patrimonial, entre otras, como también en la implementación de acciones descentralizadoras destinadas a conseguir el fácil acceso de los habitantes a los servicios básicos, de modo de evitar largos viajes desde la periferia. Se trata de materias que exeden del ámbito de responsabilidad de cada comuna y cuya solución exige medidas que involucran a varios municipios.
Como muchas grandes urbes, Santiago tiene el gran desafío de acoger el progreso propio de cualquier gran ciudad moderna que alberga a millones de habitantes, sin descuidar la progresiva demanda por acceso a una mejor calidad de vida urbana, lo que conlleva un barrio amigable. La iniciativa implementada por Vitacura es un interesante modelo que se orienta en esta dirección.