El canciller Palpatine, el señor oscuro de los Sith, aconseja al joven Obi Wan, y mientras le pone una mano sobre el hombro, dice que la verdad no es más que punto de vista.
El lugar desde donde se mira implica el interés, la moral y la convicción.
No es que sean muchas las verdades, es más bien lo otro: no existe.
La atmósfera por donde navega "Perdida", la última película de David Fincher, está cruzada por fingimientos, falsedades y simulacros, porque lo único auténtico es la mentira.
La mentira, por cierto, se hace compleja, refinada y también divertida.
La película está envuelta en un cinismo permanente, donde la ironía es elegante y el humor negro nunca de disuelve.
El caso es policial y conmueve a la nación: Ammy Dunne (Rosamund Pike), escritora de libros juveniles y esposa de Nick Dunne (Ben Affleck), un periodista que abandonó las pistas, ha desaparecido.
El hecho ocurrió por la mañana y hay signos de destrozo en la casa, ubicada en un barrio de gente con dinero de Missouri.
Nadie sabe nada, y Nick tampoco, pero la detective Boney (Kim Dickens) y su ayudante Gilpin, primero le piden explicaciones, después lo interrogan y siempre sospechan.
Boney y Gilpin se cruzan miradas desde el comienzo, porque han visto demasiado; desconfían de lo que se mueve y si alguien no es culpable de algo, ya será culpable de otra cosa.
El relato de "Perdida" es una plataforma ingeniosa, coherente y dúctil que gira sobre su eje.
Si al comienzo Nick cuenta la historia, después es Ammy la que lo hace, porque ya está dicho: la verdad es un punto de vista.
Por eso desconfían Boney y Gilpin, detectives que trabajan con la mentira que es algo circular, incansable y permanente.
Es el material de los abogados inteligentes que defienden a los culpables.
Son las presentadoras de televisión interesadas por lo humano y en verdad por el rating, pero su verdadero talento es por lo contrario: son inhumanas.
En la jauría de periodistas que conocen el gusto del público y así despliegan una vocación donde se unta el olfato con la morbosidad.
Y son los televidentes, por cierto, que siempre están pensando lo peor del prójimo, y se equivocan poco.
Incluso es un papel secundario, el de Greta (Lola Kirke), una joven en el resort pobretón y de mal gusto, que parece tonta, descuidada y bruta, hasta que se revela como arpía y ladrona.
"Perdida" de David Fincher es un raro cruce de Elian Kazan con Pedro Almodóvar y por eso sus motores son la nación y el gran horizonte social; y al mismo tiempo es la pasión obsesiva, escondida y enferma.
Algunas películas del director son parábolas sobre la globalización.
La violencia tribal y fundacional de "El club de la pelea" (1999) o la conexión infinita de "Red social" (2010).
Ahora es un nuevo lenguaje, con sus códigos y signos. Los hablantes se multiplican, se aprende fácil y no cuesta nada aprenderlo. Está en la televisión, el vecindario y dentro de la casa.
"Perdida" es la globalización de la mentira y esta es su gramática.
"Gone girl". 2014. EE.UU. Director: David Fincher. Con: Ben Affleck, Rosamund Pike, Carrie Coon. 149 minutos.