¿Habrá más restaurantes peruanos que chinos en la capital? Antes era común que se instalara un local de cocina oriental donde antes había estado algún restaurante fracasado. Hoy ocurre otro fenómeno digno de estudio: cuando cierra un restaurante peruano, otro de la misma nacionalidad se instala allí mismo. Ese es el caso de El gran Huascarán, nuevo habitante del local de Puerto Pizarro en Manuel Montt.
Con algunos bemoles del rodaje (un poco desacompasados, con problemas de cubeta para enfriar el vino), la cocina no está mal, pero tiene algunos problemas (aparte de no ser muy rápida que digamos).
Primero, una leche de tigre ($3.900), sabrosa y bien aliñada -aunque un poco cargada a la sal-, con trocitos de pescado molidos en su fondo (trozados habría sido mejor). Y un abundante piqueo mixto ($12.700) con tiradito de corvina, ensalada de mariscos, festival de mariscos (la diferencia la ponía un poco de aceite), pulpo al olivo y choritos a la chalaca, esos con cebollita y arvejas. Bien.
Luego, de fondos, un lomo saltado ($6.300) en regla y un chupe de camarones deficiente ($6.500). ¿Por qué? Primero que nada, el huevo venía frito y no escalfado. Y luego, su proteína protagónica era la encarnación de lo desabrido: camarones ecuatorianos. No pues.
Con el ánimo ya algo menguado y sin apetito para postre, se emprendió la retirada. Aun así, hay que puntualizar una mejora: la cocina de los anteriores inquilinos, Puerto Pizarro, pecaba de algo peor. Era francamente desabrida.
Manuel Montt 2197, 22043848